La venta de la Villas Juveniles del CREA era de por sí un acto inaceptable por el sentido social de este ‘hostal’ que daba la posibilidad a jóvenes de escasos recursos de hospedarse con relativamente poco dinero frente a las playas de Cancún.
Pero el asunto no acabó en otra historia de medidas neoliberales, sino que la venta de este inmueble de playa fue en realidad un entramado bien organizado para que un grupo político y económico se apodere de un predio de 200 metros de playa y entre los principales protagonistas están Roberto Borge y Félix González Canto.
Desde que inició su gobierno, González Canto le echó el ojo al inmueble y lo dejó morir por inanición.
En torno al inmueble, incluso fue deslizado el proyecto de un hotel escuela, que quedó en buenas intenciones.
A final de cuentas la historia se reduce a uno de los tantos despojos de la dupla Félix-Borge.
Ahora, le corresponde al gobierno de Carlos Joaquín rescatar el predio y devolverle sus sentido social.