El crecimiento de la violencia es incontenible en Cancún y la Riviera Maya y, lo peor, es que no se trata de una problemática reciente, pero sí de una situación que tiende a agravarse de manera constante.

Parecería que los esfuerzos están descoordinados, entre la Secretaría Estatal de Seguridad Pública, y las corporaciones policiacas municipales de Benito Juárez y Solidaridad.

Y por si algo faltara, la presencia de la Gendarmería federal poco o nada ha contribuido para contrarrestar la violencia en Cancún y Playa del Carmen.

La palabra clave parece ser coordinación. Haría falta más que aquellas reuniones mensuales en las que a final de cuentas todo termina igual.

Se requiere un plan agresivo y conjunto para revertir cuando antes la violencia en los dos puntos económicamente más estratégicos de la entidad.

 

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