Por Hugo Martoccia

Los 100 primeros días del gobierno de Carlos Joaquín González muestran más claroscuros de los que la sociedad esperaba. Quizá la desmedida expectativa por un cambio con el pasado inmediato ha disminuido incluso la percepción de las cosas buenas de la actual administración.

La falta de denuncias contra Roberto Borge, las fallas en la comunicación política del gobierno, la diversidad de los grupos internos del poder que no terminan de conformar una imagen políticamente homogénea ante la sociedad, los aumentos de algunos impuestos, y la falta de un programa legislativo, económico y político del cambio, son las principales deudas del gobierno.

Del otro lado se debe computar la gobernabilidad que se consiguió desde el Congreso, la cercanía del gobernador con la sociedad, un concepto de la economía más sustentable, técnico y eficiente, y, por supuesto, el clima de libertades que se vive, luego de la desmesura del borgismo.

Por supuesto, estos últimos puntos son contrastados con la anterior administración, lo cual implica que la vara a superar no era muy alta.

Malas calificaciones

El recuento de lo que no se ha hecho y genera desencanto está liderado sin duda por la situación del ex gobernador Roberto Borge. A 100 días de iniciar su gestión, el gobierno apenas ha podido quitar al fiscal que dejó el borgismo (Arturo Álvarez Escalera) y aún no ha empezado siquiera con el Auditor (Javier Zetina González).

Hasta el momento, el gobierno presentó en el ámbito local 7 denuncias contra colaboradores directos del ex mandatario, y según el propio Carlos Joaquín, hay “dos o tres más” en la Procuraduría General de la República.

Sin embargo, días atrás el nuevo Fiscal General del estado, Miguel Ángel Pech Cen, reconoció que ninguna denuncia está directamente vinculada con el ex gobernador.

Las últimas fotografías de Roberto Borge festejando su cumpleaños, o paseando por Holbox en Navidad, así como la foto entre el gobernador Carlos Joaquín y Félix González Canto, despertaron la indignación en las redes sociales. Ahí está la mejor muestra de que se trata del principal pendiente del actual gobierno.

Parte del problema radica también en la comunicación política. La actual administración no ha podido nunca marcar la agenda pública. No supo explicar el tema de los despidos de empleados públicos con cargos de confianza (una vieja costumbre del sistema que esta vez se convirtió en crisis), la reestructuración de la deuda, o la misma fotografía entre el gobernador y Félix González.

En general, el gobierno no ha dejado la huella de hacia dónde va. Hasta ahora, el cambio se agota en palabras.

Un ejemplo claro de esto es que hasta el momento casi no existen en el Congreso iniciativas presentadas por el Ejecutivo estatal que indiquen el rumbo. Las únicas han sido la elección de tres magistrados numerarios del Tribunal Superior de Justicia, y la iniciativa de la nueva Ley de Tránsito, Transporte y Explotación de Vías y Carreteras, en la cual el Ejecutivo se quita la discrecionalidad para el reparto de placas de taxi.

Donde el gobierno impuso sus condiciones fue en la creación del impuesto al juego, la ampliación del impuesto sobre nómina a las ‘outsourcing’, el derecho de saneamiento en Solidaridad, así como el aumento del Impuesto sobre la Adquisición de Bienes Inmuebles en Benito Juárez. Pero eso, más el reemplacamiento de vehículos, ha generado más inconformidad en la sociedad.

Pero no hay más cambios de fondo que esos. Quizá mucho tenga que ver la heterogénea coalición que acompaña al gobernador. El PAN, el PRD y un sector del PRI son la base. Luego vienen los nombres propios, que incluyen a operadores con muy diversas formas de pensar y de realizar. Hasta ahora, todo ello solo ha generado confusión.

 

Buenas calificaciones

En donde el gobierno sale ganando es sin duda en la gobernabilidad que logró desde el Congreso. Hasta el momento, hasta la oposición ha actuado con mesura en ese sentido.

El gobierno logró que se le vote por unanimidad, además de los ya citados nuevos impuestos y derechos, la reestructuración de deuda, el presupuesto del estado y el nombre del nuevo Fiscal General.

No es poco para el primer gobierno opositor en la historia del estado.

También donde se ve un cambio es en la actitud del gobernador Carlos Joaquín en cuanto a su relación con los ciudadanos. En los últimos tiempos del borgismo, el entonces gobernador no se dejaba ver, o lo hacía a través de vallados insuperables. Hoy, la agenda del gobernador es amplia y mucho más amena con los votantes.

La misma situación se vive en cuanto a las libertades de opinión y de prensa. Al menos hasta hoy, no hay persecuciones por pensar y opinar diferente, lo cual es un gran avance en la vida democrática del estado. (Noticaribe)

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