Por Hugo Martoccia
La parálisis administrativa, la falta de visión, la gestión deficiente y la corrupción de los últimos años lograron récords insólitos en Quintana Roo.
No hay otra forma de explicar que uno de los estados más nuevos y modernos de México, con apenas unas pocas décadas de vida, se ubique en los últimos lugares de los rankings que miden aspectos centrales de la competitividad como la innovación, la rapidez para la apertura de negocios, o las empresas que cumplen con regulaciones ambientales para funcionar.
Entre los datos del Plan Estatal de Desarrollo (PED) presentado esta semana por el gobernador Carlos Joaquín González, se mostraron algunos ligados a la competitividad que marcan graves pendientes en la entidad.
En el capítulo de innovación, el estado ocupa el lugar 32 en la República, cayendo seis lugares en los últimos dos años. La importancia de ese dato es central para el futuro.
Dice el PED: “La Innovación de los sectores económicos es la capacidad que tienen las empresas mexicanas para competir con éxito en la economía mundial y estimular el desarrollo del mercado interno; una entidad que le apuesta a la innovación tiene un rápido crecimiento económico y se refleja en el bienestar de su población”.
Como se ve, el estado abandonó ese camino.
A la par de ello, las empresas perdieron el interés por lograr certificados de calidad internacional. Según ese documento, las empresas certificadas con ISO 9001 y 14001 son 49, el mismo número de los últimos años, lo cual demuestra “el poco interés de anteriores administraciones por impulsar las normas de calidad y de gestión, así como las regulaciones medioambientales”.
Esta situación deplorable alcanza también a las empresas llamadas limpias. Según el documento, Quintana Roo ocupa el último lugar nacional en este aspecto, con solo 3 empresas certificadas.
“Lo anterior marca la imperiosa necesidad de implementar proyectos que contribuyan a la reducción de emisiones de contaminantes por la práctica de actividades económicas”, se puede leer en el PED al respecto.
El estado tiene un déficit muy considerable en el Manejo Sustentable del Medio Ambiente, que mide la capacidad de las entidades federativas para aprovechar el potencial de los recursos naturales sin poner en riesgo su sustentabilidad en el mediano y largo plazos.
En ese sentido, se menciona que en los últimos 4 años “el problema de destrucción de manglares y deforestación de selva se ha aumentado y no existen normas que regulen este proceso”. Y además, Quintana Roo es uno de los seis estados que más exhibieron sobre explotación de sus acuíferos al extraer volúmenes superiores a los recargados.
ABRIR EMPRESAS, UNA PESADILLA
Las malas noticias no terminan allí. Quintana Roo tiene los procesos “más deficientes y anquilosados del país” en la facilidad para la apertura de empresas. Cancún, por ejemplo, ocupa el último lugar nacional en ese ítem, pues se necesitan 48.5 días y nueve trámites para poder abrir una empresa aquí, contra los 26.5 días Ciudad Juárez, penúltimo lugar nacional.
Quintana Roo ocupa también el lugar 25 en la facilidad para hacer negocios, en lugar 15 en facilidad para la obtención de permisos de construcción, cayendo seis lugares en los últimos años, y tiene el lugar 18 en el ranking de cumplimientos de contratos.
La suma de esos indicadores, que en el gobierno consideran consecuencia de “una parálisis administrativa”, generaron, entre otras cosas, que en los últimos años se volviera mas atractivo para la población la apertura informal de comercios, lo cual conspira contra la recaudación y la calidad del empleo, entre otras cosas.
El 48 por ciento de la población de Quintana Roo trabaja en la informalidad. (Noticaribe)