El ex Gobernador Joaquín Hendricks Díaz, a quien se le ha atribuido participación en algunas sociedades hoteleras, inmobiliarias, portuarias y hasta turísticas, tendría interés en otros proyectos relacionados con los medios de comunicación. De acuerdo con un artículo de la revista Estos Días, el ex mandatario, a quien también se ha vinculado empresarialmente con el grupo Quequi de José Alberto Gómez Alvarez, estaría por incursionar en un proyecto radiofónico con otros socios como parte de una estrategia política de consolidación que, a la vez, ayude a posicionar a su hija, la diputada Leslie Hendricks en sus propias aspiraciones. A continuación, por considerarlo de interés público, transcribimos el artículo de la revista Estos Días que puede consultarse en este enlace.

 

Hendricks, empresario de medios

 

Al ex gobernador Joaquín Hendricks se le ha identificado como socio en grandes proyectos empresariales del magnate de origen libanés, Isaac Hamui. Y, de hecho, hay quien asegura que los más grandes proyectos de inversión de Hamui se deben a esa sociedad. Porque ocurre que su fortuna se multiplicó y se disparó hasta convertirse en un verdadero imperio inmobiliario, hotelero, portuario y turístico, durante los seis años del Gobierno de Hendricks y los seis siguientes de Félix González Canto, a quien legó el poder con un albedrío tan libre y absoluto como el que ningún otro gobernador del Estado tuvo nunca, y como no lo tuvo casi ningún otro en el país y apenas muy pocos otros gobernantes de su tiempo. (Y fue así merced a que todas las condiciones lo favorecieron. Para empezar, asumió el cargo –en abril del 99- sin compromisos con nadie. Había sido elegido por su antecesor, Mario Villanueva, a última hora y sólo como último recurso sucesorio propio, cuando éste se convirtió en un perseguido de la Justicia, instrumentada como arma de escarmiento político, y apenas en la víspera de que el partido de ambos, el PRI, perdiera en el 2000 la Presidencia de la República; una derrota providencial que, sin embargo, celebrarían en su fuero interno los gobernadores priistas que tenían suficientes años de ejercicio por delante. Con ella pudieron desplegar en sus entidades el autoritarismo que la democracia les quitaba a los ‘jefes máximos’ del país. Ahora, en efecto, los nuevos mandatarios federales –bisoños triunfalistas emanados de la oposición- tenían que negociar algunas de sus decisiones más importantes, como las presupuestarias, con ellos, a diferencia de cuando ellos, los gobernadores, tenían que subordinarse y consultarlo todo con su respectivo jefe político y patriarca -de facto- de la nación, o sufrir las consecuencias de desobedecerlos, como le ocurrió a Villanueva, quien sigue padeciendo en la cárcel la temeridad de haberse rebelado contra la orden suprema de convertir en su sucesora al Gobierno de Quintana Roo a la candidata elegida por el presidente Ernesto Zedillo, y no a Joaquín Hendricks, el gran beneficiario de ese crimen y ese castigo.)

Apenas asumir Hendricks la gubernatura en 1999 le fue concesionado a Hamui el Muelle de Cruceros de Majahual, que es el segundo más importante del país, después del de Cozumel. El título original de la SCT era por veinte años; pero en julio de 2011, ya en la gestión estatal de Roberto Borge Angulo (heredero de González Canto en la misma línea de sucesión suya: con un mandato presidencial panista negociador y políticamente acotado en la entidad, y cumplidos a plenitud los compromisos con Hendricks como el gran elector y tutor político de González Canto), la concesión del muelle fue renovada por otros treinta años, hasta el 2059. Tres décadas más de explotación privada, entonces, de la zona marítima, sobre el argumento de que los huracanes Wilma y Dean, del 2005 y 2007, durante el sexenio de Félix González, afectaron las instalaciones portuarias y su recuperación requería de tanto como ese lapso de uso comercial. Medio siglo, pues, de rentabilidad segura.

En el mismo primer año de su gestión, Hendricks obra también la entrega del Centro de Convenciones de Cancún, propiedad del Estado –cedido por el Fondo Nacional de Turismo, el Fonatur, a principios de los noventa-, a Hamui, para que una de sus empresas lo opere durante un siglo en condiciones muy desproporcionadas de beneficio en términos de ganancias particulares y contraprestaciones públicas. (Hamui, por ejemplo, tendría un 40 por ciento de acciones y un 93 por ciento de ingresos, contra un 60 por ciento de acciones del Gobierno y sólo un 7 por ciento de ingresos). Y con la autorización del Cabildo de Benito Juárez del cambio de uso de suelo requerido, comprada al presidente municipal de ese tiempo aunque el Plan de Desarrollo Urbano y los límites de densidad inmobiliaria en la Zona Hotelera lo prohibieran (“El gobierno municipal, en la administración de Gregorio Sánchez Martínez, recibió tres millones de pesos en concepto de “donativo” por parte del grupo del empresario Isaac Hamui y Joaquín Hendricks Díaz, para aprobar el proyecto del hotel del Centro de Convenciones” -Noticaribe, 10 de octubre de 2010-), el 12 de septiembre de 2013, dentro de sus instalaciones, el entonces gobernador, Roberto Borge Angulo, inauguró el Hotel Aloft. (“El hotel, propiedad de un grupo de inversionistas encabezados por Isaac Hamui Abadi, presidente del Consejo del Grupo Grand Costa Maya, propietario del muelle de Mahahual y socio de negocios del ex Gobernador Joaquín Hendricks Díaz, fue construido con una inversión de 25 millones de dólares en medio de una polémica por la sobredensificación de la zona y será operado por la cadena Starwood” -Noticaribe, 12 de septiembre de 2013-.)

A Hendricks se le ha vinculado, asimismo, en medios de opinión pública, con la propiedad del Grupo Quequi, editor del diario Quequi, de Quintana Roo, del empresario José Alberto Gómez Álvarez, socio también de Isaac Hamui en ese negocio y en el de la promoción boxística (en el Cancún Center, a cuyo nombre mudó el del Centro de Convenciones de Cancún luego de ser concesionado por 99 años), además de participar en alguna medida en los seis grandes desarrollos, tanto de viviendas de interés social como residenciales y turísticos de lujo, que Hamui posee en Puerto Morelos y en los que también se identifica como propietario a Joaquín Hendricks.

El diario Quequi sería la primera incursión del exgobernador en la industria de la comunicación social. Luego vendrían el Periódico Espacio de Quintana Roo y la emisora radiofónica cancunense Q FM, respecto de cuyos medios algunas versiones señalan de manera inequívoca la presencia empresarial, “indiscutible y decisiva”, del exmandatario quintanarroense, a través de su hijo, Edgard Hendricks Rubio, y la separación, en torno del control de la emisora, del presidente de ese grupo de medios, desde cuyas instalaciones ha transmitido “La Q”.

Pero dos notas de prensa, con apenas poco más de mes y medio de diferencia, son un tanto desconcertantes en lo relativo a la sociedad de intereses de Hendricks con Hamui y a un posible nuevo giro en la naturaleza de las inversiones del exitoso exgobernador.

La columna “Rompeolas”, de Noticaribe, titulada “Fin de la relación Hendricks-Hamui”, dice el 12 de diciembre del año pasado, sin firma y en términos muy telegráficos: “Que Joaquín Hendricks determinó la separación de bienes con Isaac y Mauricio Hamui. Durante mucho tiempo, Isaac Hamui y su hijo Mauricio fueron socios del ex Gobernador. Algunos mal intencionados dirán que prestanombres de Hendricks. Entre otras empresas, compartieron un muelle de cruceros, un centro de convenciones, unos fraccionamientos y hasta un periódico. Pero esa relación finalmente terminó y Hendricks y papá e hijo Hamui dividieron los bienes. Y quedaron tan amigos como siempre”.

Luego, el lunes 20 de febrero, el periódico Luces del Siglo titula en primera plana y bajo la firma de Arturo Mendoza Mociño: “Expande Acustik sus ‘ondas paradisiacas’”, y revela que José Gabriel Gutiérrez Lavín y su hijo Pablo Gutiérrez Fernández, se han convertido en concesionarios “de la primera cadena radiofónica que transmitirá a nivel nacional desde Quintana Roo”, y que “después de la cadena radial competirán por una señal de televisión abierta”. Dice la nota: “‘Con la asesoría de Mony de Swaan (ex titular de la Comisión Federal de Telecomunicaciones) y del abogado Peter Bauer, estructuramos una gran estrategia para poder lograr ser la primera cadena nacional que transmite desde Quintana Roo hacia México, porque en la pasada licitación de 147 señales, Grupo Acustik Media consiguió 32 frecuencias a nivel nacional’, explica quien dirige, junto con su hijo, Q FM 104.3 y Acustik 95.3, bajo el nombre empresarial Escápate al Paraíso. Con esa red repartida en las principales ciudades de 15 Estados transmitirán pronto un noticiero nacional e integrarán a todas las solitarias estaciones a lo largo del país que son ignoradas por grandes cadenas radiales y de anunciantes. La palabra clave de Grupo Acustik Media es ‘alianzas’. Para el final de este 2017 confían tener 75 estaciones en su red, la cual se reforzará con la recién fundada Asociación Mexicana de Radio y Televisión Digital. Así, en conjunto, estaciones radiales y digitales comercializarán sus emisiones en paquete”.

Padre e hijo concesionarios dicen que en la licitación respectiva del Instituto Federal de Telecomunicaciones no pudieron adueñarse de una señal radiofónica más en FM asignada a Cancún y por la cual la empresa periodística Reporte Índigo habría pagado 86.5 millones de pesos –“según las teorías que circulan”, aunque ellos no las suscriben, dicen, puesto que pronto se darían a conocer de manera oficial los nombres de todos los ganadores en el país-.

“‘José Gabriel Gutiérrez Lavín y Pablo Gutiérrez Fernández afirman, con sosegada felicidad: somos quintanarroenses, llevamos 28 años viviendo aquí, y ahora desde Quintana Roo se va a generar una señal nacional, la cual demostrará que los empresarios quintanarroenses queremos generar otro tipo de empresas y otro tipo de imagen para que las bondades de Quintana Roo tengan una voz y presencia nacionales. Grupo Acustik Media quiere hacer escuela y que los jóvenes quintanarroenses tengan otra visión’”.

Muy bien, dejemos de lado los controversiales perfiles de la asesoría del expresidente de la que fuera Comisión Federal de Telecomunicaciones, la Cofetel, Mony de Swaan, y de su socio, Peter Bauer, que, como dice la voz popular, ‘no dan paso sin huarache’. (De Swaan estuvo implicado en acusaciones de tráfico de influencias, malversaciones y conflictos de interés al frente del organismo desconcentrado de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes y antecedente del actual y muy ‘ciudadanizado’ Instituto Federal de Telecomunicaciones que, ahora, con carácter de autónomo, evalúa la licitación y la operación de las frecuencias radioeléctricas del Estado mexicano para evitar el uso discrecional de las facultades presidenciales que forjaron los grandes poderes monopólicos – empresariales y sindicales- de la industria de la radio y la televisión, culpables en gran medida de la degradación educativa, cultural y mental del pueblo de México. De Swaan fue acusado en las Cámaras de Diputados y de Senadores de favorecer a amigos personales y socios suyos, como Bauer, con decenas de contratos, de decenas de millones de pesos, y con la emisión de criterios técnicos favorables a determinadas empresas del sector, aunque las demandas no procedieron gracias a la negación en torno de las mismas de la Secretaría de la Función Pública y de la Procuraduría General de la República, del Gobierno panista de Felipe Calderón, del que De Swaan era un colaborador privilegiado.) Y dejemos también de lado el hecho de que una regulación antimonopólica del espectro radioeléctrico sirve de bastante poco, en términos sociales y culturales, si no se regulan al mismo tiempo los contenidos de las señales de radio y televisión, y peor que nunca sigue arruinando la educación informal y la conciencia crítica de las audiencias masivas la piltrafa informativa y musical de casi todas las emisiones comerciales, con la ayuda, además, de la omisión y la ausencia casi absoluta de frecuencias alternativas, contrastantes, de valor, que fueran usadas con tanta sensibilidad creativa como capacidad de alcance popular.

Más allá de todo eso, de los pitos que tocan De Swaan y Bauer en el nacimiento y la expansión de la poderosa cadena radiofónica que se anuncia, ¿cuáles son los que toca Joaquín Hendricks en este otro negocio que no es nada menor; empezando por si, como se informa, sólo la frecuencia radiofónica de Cancún que se especula puede ser de Reporte Índigo costó 86.5 millones de pesos y el Grupo Acustik Media acaparó 32 para transmitir desde Cancún, en red nacional, con ‘espejo digital’, y mediante “alianzas” con otras empresas, a través de 75 emisoras, lo que aseguraría una cobertura competitiva en el país, sobre todo para sus programas periodísticos? (Lo de la futura adquisición de la señal de televisión abierta que se informa parece un dato menor. Los canales de televisión abierta no los ve casi nadie ahora; para no hablar de los públicos, que tienen menos espectadores que feligreses las iglesias en lunes. Si los programas de las grandes cadenas comerciales son insufribles y sus ratings tienen al borde de la quiebra a las empresas, los canales locales no parecen tener más finalidad que los ingresos del mercado político y los publicitarios de la actividad comercial del entorno.)

Porque quienes saben del tema aseguran que Edgar Hendricks, el hijo del exgobernador, es socio de Pablo Gutiérrez Fernández, el hijo de José Gabriel Gutiérrez Lavín, presidente del Grupo Acustik Media, y de Multimedia Tulum (M2T), que opera en la Riviera Maya, en alianza con Cable & Wireless Networks (C&W), el Hotel Akumal Bay, promocionado por ambas empresas como “el primer hotel digital de México”. Entienden que la sociedad de ambos es hija de la sociedad de sus papás; lo que no saben es quién es más socio que quién en ellas, hasta dónde llegan las sociedades y a quiénes más incluyen.

Hendricks hijo y Gutiérrez hijo operan ahora las emisoras radiofónicas Q FM 104.3 y Acustik 95.3, al margen, al parecer, del Grupo Quequi y de su presidente, José Alberto Gómez Álvarez.

José Gabriel Fernández Lavín ocupó diversos cargos municipales en Tulum; primero como director de Turismo durante la gestión de Víctor Mas Tah al frente de la entonces Alcaldía, y luego como contralor, ya en la Presidencia Municipal de Marciano Dzul, y como secretario técnico en la del interino Martín Cobos Villalobos (que relevó en el cargo a Edith Mendoza Pino, depuesta y encarcelada durante poco más de año y medio por órdenes del ahora exgobernador Roberto Borge, más por su filiación al grupo del ahora mandatario estatal, Carlos Joaquín González, que por la naturaleza de las acusaciones en su contra; porque la exmunícipe fue, más bien, una de las víctimas de esa encarnizada guerra sucesoria en que Roberto Borge estaba convencido de poder cerrarle el paso a la gubernatura –lo que hubiera sido una segunda vez; la primera lo hizo Félix González- a quien se identificaba en la vida pública como su peor enemigo, político y personal, para hacer gobernador a su ‘discípulo’ preferido, el ahora diputado federal José Luis Toledo Medina, identificado entonces como el candidato a vencer por cuanto parecía ser el de sus mayores confianzas para representar y defender sus particulares intereses al término de su Gobierno, un tiro que pensó en el mismo sentido y a la misma medida de las sucesiones de Hendricks y de González Canto –el candidato menos apto pero más a modo, aunque ya eran otros tiempos: el PRI había regresado a Los Pinos-, y que habría de salirle por la culata y por partida doble, puesto que ni Toledo fue candidato de su partido, ni el candidato de su partido fue el gobernador).

Gutiérrez Lavín participó también en la campaña política de Edith Mendoza y se le vincula estrechamente –como socio menor, dicen en Tulum, o como colaborador suyo- con el acaudalado empresario tabasqueño Jorge Portilla Manica, hoy día secretario estatal de Infraestructura y Transporte, y exsecretario general del Ayuntamiento de Tulum en la Presidencia de Cobos Villalobos. Portilla ha participado ya en la industria mediática. Él llevó a Cancún la franquicia de Televisión Azteca, en la que participaron los representantes del Grupo Acustik Media, padre e hijo, y fue concesionario del Canal 30 de Tulum, de la televisión por cable, o de paga.

No se sabe si Portilla participa en el nuevo proyecto de Gutiérrez Lavín; lo que sí se sabe es que Hendricks sí lo hace, a decir de la identificada sociedad de su hijo con el hijo de aquél. Lo que no se sabe es hasta dónde, porque por lo menos así como lo pintan el proyecto radiofónico parece ambicioso y muy costoso. La opción televisiva anunciada se advierte, sin embargo, más bien poco prometedora; como toda apuesta de inversión local en el negocio de la televisión abierta. No se observa mejor su destino que el de TV Azteca-Cancún.

¿Es también, la gran inversión en medios, la nueva apuesta empresarial de Joaquín Hendricks, luego de la separación de sus bienes, como afirma Noticaribe apenas en diciembre pasado, de los de Isaac Hamui?

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