El gobernador Carlos Joaquín ha decidido mover agresivamente las fichas del tablero político. Un sector cercano al mandatario lo había anticipado: el antes y el después de este gobierno sería a los seis meses de gestión. Parece que así será. El mandatario busca amarrar todas las riendas del poder, que hasta hoy tiene un fuerte componente transexenal.
El Congreso, como lo ha sido hasta hoy, es el brazo político más hábil del gobernador. Por ahí pasan hoy las denuncias que seguramente terminarán en el descabezamiento del Tribunal Superior de Justicia ( TSJ) y el Tribunal Electoral del estado (Teqroo). Por ahí también pasa la inminente salida de Javier Zetina González, Auditor del estado, quien ya arregló una despedida en buenos términos.
El TSJ y el Teqroo son parte central del “paquete de impunidad” que Roberto Borge dejó para cubrir su salida del gobierno. Los casos son diferentes pero apuntan a lo mismo. El titular del primero, Fidel Villanueva, y su compañero Carlos Lima, pueden servir, por supuesto, para obstaculizar cualquier investigación del pasado reciente. Y se pueden erigir como elementos de presión política e institucional.
Ese es el proyecto, pero no sucederá, dicen alrededor de Carlos Joaquín. Ambos funcionarios del TSJ están acusados de participar de la red de despojos de terrenos del sexenio pasado, además de otras muchas y variadas causas. Villanueva verá en las próximas semanas cómo el estado hurga en todas sus cuentas hasta volverlo un político dócil.
El caso de Carlos Lima es aún más complejo. El magistrado, que fue titular del Registro Público durante el borgismo, tiene una serie de graves investigaciones en su contra. Ha ofrecido su cargo a cambio de la tranquilidad futura. En el gobierno, hasta hoy, han decidido no aceptar esa propuesta. Carlos Lima, seguramente, no disfrutará de un cómodo retiro; su destino será una dura batalla jurídica por su libertad personal.
El otro caso es el Teqroo, que es un brazo político electoral que mantiene una fuerte cuota de poder transexenal. Su titular, Víctor Vivas, pariente del ex gobernador Félix González Canto, ha sido un soldado del PRI. Se ha jactado, en privado, de doblarle el brazo al Congreso y al gobernador. Sus enemigos políticos han crecido geométricamente. ¿Lo pueden sacar del Tribunal? Es la pregunta. ” Nadie aguanta una investigación”, responde un diputado del oficialismo.
Hasta hoy, el estilo de Carlos Joaquín ha sido el de mantener los modales y las formas. Allí reside el temor de sus aliados. ¿Seguirá hasta el final en esta batalla que ya inició? ¿O en algún momento preferirá una negociación mansa y sin perdedores? No hay respuesta contundente para esos interrogantes.
Otra pregunta para hacerse tiene que ver con la democracia ¿Tiene sentido sacar a magistrados opositores para poner a unos propios? La calidad democrática del estado no mejoraría con esa decisión. También aquí dos voces diversas se escuchan en el gobierno.
Hay quienes proponen poner en esos lugares a gente independiente y capaz. Otros son más prácticos y calculadores: primero hay que desaparecer los vestigios del peor PRI, si no, no habrá democracia posible, dicen.
Esta clara decisión del gobernador por tomar todas las riendas del poder es una mala noticia para Félix González Canto. Es un juego de suma cero: lo que el gobernador gane, el senador y sus aliados lo perderán.
Los últimos días han sido pródigos en malas noticias para el ex gobernador. Carlos Mimenza lo culpó de querer sobornarlo con cinco millones de pesos, y luego reavivó una denuncia por el caso Mayra Ayuso. Cada vez que hay semejante ruido mediático, Félix González pierde espacio para sus operaciones políticas.
La sombra del Verde Ecologista y de un priismo disidente de su liderazgo, acechan también la figura del ex mandatario.
Hasta las buenas noticias salieron mal. El nombramiento de Freddy Marrufo en la Sedatu fue criticado hasta por el propio Carlos Joaquín. Ese día, el gobernador abandonó las formas políticas que tanto cultiva para demostrar su descontento. Un par de días después, la indomable Perla Tun, alcaldesa de Cozumel, pidió juicio político contra Marrufo por el quebranto financiero de la isla. El dato es real: Cozumel es inviable y mucho tiene que ver el ex alcalde.
Félix González intentó esta semana un par de operaciones políticas y mediáticas que no salieron bien. Es la orfandad que conlleva ser oposición. Tiempo atrás, cualquier operación política se multiplicaba en una miríada de voces amigas. Era fácil hacer política en un ambiente tan favorable.
El senador es un hábil operador político que quizá esté apenas en el proceso de entender el nuevo contexto. Acaso no sea otra cosa que el duelo de la derrota. De su habilidad para comprender que la política y sus actividades asociadas le han impuesto un duro límite, dependerá su futuro.