¿Y fue por esta bahía de aguas calmosas y enanas
que don Othón vino a fundar nuestra ciudad?
Iría perezoso ese pontón gordito
tirando pedos a los caimanes del Hondo.
Hicieron un rancho,
y al mes teníamos nuestras “casitas”,
en el primer crepúsculo de barro
bajaron las familias
lloraron los viejos, recordando a Bacalar.
Al año el Barrio Bravo
alistaba sus querellas
y en un picado al mangle eterno surgió nuestra avenida
la Héroes, la de mis odios matutinos y mis amores vespertinos.
Al rato tendríamos las charcas, a las mulatas, a los chicleros
y a Sarabia con Conquistador del cielo
espantando la duermevela de los saraguatos cercanos a la bahía,
mientras Pedro Infante enamoraba a todas las de buen y mal ver
de estos charcos palustres del Territorio.
En la primera media luna de esta historia verdadera
los turcos llegaron a los mangles pregonando sus porquerías.
Y esta ciudad, mi ciudad, mí única ciudad, la última de todas,
con sus curvatos donde tomé el agua de lluvia del olvido y del recuerdo juntas,
crecía a contra esquina de una guerra sin fin con Santa Cruz,
y entre el óxido del zapote y el resplandor de la madera,
las mujeres comenzaron a parir payoobispenses,
y otros muchos, muchos más, vendrían luego
a buscar un pedazo de patria extraviada en el destino.
A mi se me hace cuento lo de la existencia de Payo Obispo,
tal vez sea un embeleco fraguado por el recuerdo del apátrida.
(Extracto de un poema de un ex poeta formado en Chetumal, cuyos versos han desaparecido para siempre).
El Pontón Chetumal, remolcado desde los astilleros de Nueva Orleans de la casa Zuvich por el vapor Stamford, arribaría el 22 de enero de 1898, a las riberas mexicanas donde desemboca el Río Hondo, trayendo una tripulación de 13 hombres dirigidos por el teniente 2º, Othón Pompeyo Blanco, y a los pocos días, un desmonte de la selva cercana a la playa en la bahía de Chetumal, marcaría la fundación de la ciudad de Payo Obispo el 5 de mayo de 1898. El Pontón Chetumal, una barcaza “gorda, rechoncha, con un solo mástil que sostenía una cofa mal armada para la vigía y tenía el puente protegido por un baluarte, cañoneras y una ametralladora,” serviría como aduana flotante y nave artillada para repeler posibles ataques de los rebeldes.
Fuente: Avatares de una región de frontera. Peto. 1840-1940. Tesis doctoral en proceso.