Un año y tres meses después de que Barack Obama visitara Cuba, el presidente Donald Trump anunció en Miami un endurecimiento parcial de la política hacia la isla, desmantelando en parte otro aspecto clave del legado de su antecesor.

“Vamos a empoderar al pueblo cubano y hacer que el régimen rinda cuentas”, escribió Trump en Twitter, pocas horas antes de dar un discurso en la Pequeña Habana, el barrio donde se concentra el exilio cubano.

Durante la campaña electoral, Trump prometió a los exiliados anticastristas de Miami que iba a dar marcha atrás a la política de apertura de Obama hacia Cuba. Gracias a ello se ganó su apoyo en las urnas y logró la presidencia.

“Una Cuba libre es lo que vamos a lograr pronto”, dijo Trump en un discurso muy aplaudido en el teatro Manuel Artime de Miami, en presencia de veteranos de la invasión de la Bahía de Cochinos y disidentes cubanos. “El año pasado, os prometí ser una voz contra la represión y una voz por la libertad del pueblo cubano. Salieron y votaron. Y aquí estoy, como prometí”, añadió el presidente.

Sin embargo, la marcha atrás anunciada por Trump en Miami es parcial, no total como le gustaría que hubiera gustado al exilio cubano más duro. El presidente republicano, pese a su discurso anticastrista, mantiene muchas de las políticas de Obama hacia Cuba.

Respuesta del Gobierno de Castro

En una declaración difundida en todos los medios cubanos, el Ejecutivo de Raúl Castro respondió: “Cualquier estrategia dirigida a cambiar el sistema político, económico y social en Cuba, ya sea la que pretenda lograrlo a través de presiones e imposiciones, o empleando métodos más sutiles, estará condenada al fracaso.

Sostuvo que los cambios que sean necesarios en Cuba, como los que se están realizando ahora como parte del proceso de actualización del modelo económico y socialista de la isla, los “seguirá decidiendo soberanamente” el pueblo cubano.

“Asumiremos cualquier riesgo y continuaremos firmes y seguros en la construcción de una nación soberana, independiente, socialista, democrática, próspera y sostenible“, recalca el texto de la declaración.

Por su parte, Donald Trump prohibirá las transacciones financieras con Grupo de Administración Empresarial (GAESA, un enorme conglomerado de empresas militares que controla el sector estatal y el sector turístico en la isla; volverá a limitar parcialmente los viajes de los estadounidenses a la isla y mantendrá las sanciones a Cuba.

Según Trump, la flexibilización del embargo a Cuba anunciada por su antecesor “no ha ayudado al pueblo cubano y solo ha enriquecido al régimen cubano”. El presidente instó al Gobierno de Raúl Castro a hacer cambios en Cuba, incluidos la liberación de todos los presos políticos, la convocatoria de elecciones libres y el respeto al derecho a la libertad de expresión y de reunión.

Sin embargo, las embajadas en Washington y en La Habana permanecerán abiertas, aunque Trump no nombrará a un embajador. También continuarán los viajes a la isla en vuelos regulares y cruceros a la isla, no se restituirá la política “pies secos – pies mojados”, no volverá a incluir a Cuba en la lista de países que patrocinan el terrorismo y los cubanoamericanos podrán seguir visitando a la isla y enviando dinero a sus familiares.

“Desafiamos a Cuba a que se siente sobre la mesa con un acuerdo a favor de su pueblo, del pueblo estadounidense y de los cubanoamericanos”, dijo Trump, quien explicó que el embargo sigue en pie y que sigue estando prohibido a los estadounidenses hacer turismo en la isla.

Impacto turístico

Los cambios anunciados por el presidente podrían tener un impacto negativo en las cadenas hoteleras competidoras de los hoteles Trump al prohibir hacer transacciones financieras con GAESA, según algunos expertos. Este conglomerado cubano está presidido por Luis Alberto Rodríguez López-Calleja, el yerno de Raúl Castro.

Obama y Raúl Castro sorprendieron en diciembre de 2014 a la comunidad internacional al anunciar de forma inesperada el deshielo ente ambos países. Washington y La Habana reanudaron oficialmente las relaciones bilaterales en julio de 2015 tras más de 54 años de ruptura y hostilidades ideológicas.

Obama visitó Cuba en marzo de 2016, la primera visita de un presidente estadounidense a la isla en 88 años.

Durante la presidencia de Obama, Washington eliminó a Cuba de su lista de países patrocinadores de terrorismo y tomó una serie de medidas para flexibilizar el embargo a la isla. Por ejemplo, se restableció el correo postal directo y los vuelos comerciales directos entre ambos países después de medio siglo y se dio más libertad a los estadounidenses para visitar la isla.

A pesar de la política de deshielo de Obama, todavía se mantenía la prohibición de los viajes de norteamericanos con motivos turísticos a la isla y el embargo seguía en pie. Sólo el Congreso de Estados Unidos puede levantar el embargo a la isla. Cuba es el único país del mundo en el que los estadounidenses tienen prohibido hacer turismo.

Antes de dejar la Casa Blanca, Obama puso fin a la la política de “pies secos, pies mojados”, que otorgaba la residencia automática a los cubanos que llegaban Estados Unidos sin papeles.

Según la política de “pies secos-pies mojados”, que fue implementada en 1995 por el presidente demócrata Bill Clinton, Estados Unidos repatriaba a todos los cubanos que intercepta en el mar (“pies mojados”) intentando entrar de forma irregular al país. Los que pisan suelo norteamericano (“pies secos”) pueden tramitar un permiso de residencia permanente. Ahora los cubanos con una orden de deportación podrían ser enviados de regreso a la isla, al haber desaparecido esta protección. Una nueva realidad a la que no están acostumbrados.(Con información de El Mundo)

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