En La Secretaría de Infraestructura y Transporte (Sintra) es en donde el ‘cambio’ menos se ha visto.

De entrada, se ha quedado a deber sobre deslindar responsabilidades en ciertas en obras que se llevaron a cabo en quinquenio ‘borgista’. Nadie ha sido llamado a cuentas en obras como el Auditorio del Bienestar o las remodelaciones de las avenidas Héroes, de Chetumal, y Tulum, de Cancún.

Pero tampoco se ve una intención de revertir viejas prácticas del pasado.

Al titular de Sintra, Jorge Portilla, y su número 2, Alejandro Ramos, se les ve muy cómodos entre los sindicatos priistas de taxistas, que para empezar son un monopolio en cada localidad.

Mucho menos, se le ve en el ánimo de ‘componer’ ese adefesio denominado Transporte Turístico Estatal (TTE),

De hecho, hay señalamientos de cobros de 30 mil a 80 mil pesos –según el sapo es la pedrada- para permitir la operación de ‘unidades’ con placas entregadas en las últimas semanas del quinquenio ‘borgista’.

Y todo esto sin entrar en el pantanoso asunto de Uber y la falta de voluntad para poner orden en el transporte.

De hecho, como van las cosas, Sintra podría ser el escenario del primer escándalo del Gobierno del cambio.

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