Hoy conocí a Jacinto Noh, sencillo y agradable como todos los niños de la Zona Maya. Me lo encontré de forma casual acompañado de su papá, platicamos, comimos un sabroso “brazo de reina” y me contó sobre sus anhelos y deseos para el futuro.
Me recordé a mí mismo hace 35 años cuando hacía mis pininos como orador a la edad de 13 años (dos años más grande que Jacinto), era Presidente de la Sociedad de alumnos de la secundaria “Presidente Juárez No 1 en Isla Mujeres”. Ahí me fueron a buscar para invitarme a un mitin al cual llegaría Carlos Fabre del Rivero quien era delegado del PRI en el Estado de Quintana Roo. Recuerdo haber dado un discurso que me prepararon y me aprendí de memoria para aquella ocasión, luego fui seleccionado, en representación de mi municipio para acudir a Chetumal a recibir y a tener un diálogo con Miguel de la Madrid Hurtado candidato del PRI a la Presidencia de la República a la postre Presidente. Muchas cosas han cambiado desde aquel entonces, por ejemplo: la hegemonía de un partido, eran 7 municipios hoy son 11, Cancún era apenas una larga y hermosa playa llena de tábanos. Chetumal era la capital política y económica de nuestro Estado; de ahí emanaban presidentes municipales a otros municipios, alcaldes, diputados, funcionarios públicos, además de queso de bola, chocolates y mantequilla azul.
Playa del Carmen era una iglesia, una playa de pescadores y un muelle que te llevaba a Cozumel. Muchas cosas han cambiado, lo que no ha cambiado es la pobreza en la Zona Maya, lo que no ha cambiado es nuestra miseria humana, lo que parece no cambiar es nuestra insensibilidad.
Jacinto, a lo largo del día habría sido solicitado para tomarse decenas de fotos y con todos accedió amablemente pero curiosamente a nadie se le ocurrió preguntarle si había comido, Jacinto se despertó hoy a las 5 am para, junto con su padre, tomar dos transportes que lo llevarían desde su pueblo a Felipe Carrillo Puerto que es en donde coincidí con él.
Al igual que los demás, le pedí tomarnos una foto, y sentí al abrazarlo una agitación producto de una tos no atendida y una fatiga visible a simple vista; y si Jacinto terminó comiendo en frente de mí fue porque tenía hambre, estaba cansado y se sentó desfallecido en esa silla, ahí lo atendió una doctora, le recetaron y dieron medicamentos, y logró comer su primera comida del día, es decir, Jacinto no había comido en todo el día (dicho por él mismo).
Fue ahí donde confirmé mis sospechas y le pregunté a su padre si es que Jacinto tenía algún tipo de beca o si recibía un apoyo especial a partir de que el País, y hasta el mundo conoció a “nuestro niño Diputado” y la respuesta fue: “Sólo contamos con PROSPERA”.
Eso confirma dos cosas: 1. Damos por hecho cosas que no son y que nos implica como gobierno redoblar esfuerzos para mejorar las cosas a la brevedad y 2. Tenemos que prestar más atención al ser humano y no al rol que juega en la sociedad.
¿Y que creen? A Jacinto NO le interesa ser Diputado, Jacinto, quiere ser Arquitecto. Nos despedimos haciendo el compromiso de visitarlo, su padre nos invitó a ir a verlo a su casa y acordamos hacerlo, pero la meta no solamente debe de ser procurar a Jacinto, la meta tiene que ser, en nombre de Jacinto, procurar a toda la niñez de la Zona Maya de lo contrario estaríamos igual de lo que tanto hemos criticado.