De los asuntos de urgente resolución, tras la ‘oncena trágica’, estaba y sigue estando el rescate de las instituciones, que fueron degradadas a algo peor que instrumentos para el saqueo.
La tarea de independencia de poderes no podría tener vuelta. Finalmente como presidente del Tribunal Superior de Justicia, quedó Antonio León Ruiz, de la vieja guardia del Poder Judicial. Si bien fue electo magistrado en las primeras semanas del gobierno de González Canto, sus vínculos políticos están con Joaquín González Castro y Lizbeth Loy Song Encalada, que estuvieron al frente del máximo órgano jurisdiccional del estado.
Se trató de una elección complicada en el objetivo de la separación de poderes, pues siete de los magistrados fueron electos en el sexenio de Roberto Borge y tres en el actual sexenio. Si quedaba uno de esos siete, habría un presidente del TSJ ‘borgista’ o algunos de tres, un ‘joaquinista’.
Antonio León fue lo más cercano a un tercero en discordia.
Sin embargo, a quien corresponde la independencia del Poder Judicial es a Antonio León.
Pero, no solo la independencia del Poder Judicial, sino el saneamiento y el rescate del TSJ.
