XI
A Andrés Morales, pintor, en exilio forzado
Poco a poco han ido posesionándose de mí. Empedrados se me instalan coros de iglesia, banquetitas, bandas de pueblo, guitarras, los curas de cerca aunque para uno ya tan lejos. Saberse entre cerros bañados de miel rojiza cuando van a dar las siete, es como un piano del ocaso en el Parque Juárez. Del colegio provinciano el bienestar suena al aroma del pan dulce con chocolate. De más lejos escucho a la pirámide, hoy mi mamá de arco y flecha.
De pronto soy menos Caribe. Hoy vivo lo Altiplano del Bajío, lo mexicano estilo centro. Más cerca tengo a Ramón López Velarde que a Ramón Suárez Caamal. Soy una evocación serrana sin su génesis náutico. Soy más Margarito Ledesma ija…
Será por no tener al mar. Serán mujeres que a diario uno ve en la calle rumbo al trabajo, qué importa que a uno nunca lo vean. Acostumbrándome a un aire templado en extremos, me acuerdo de mis canículas, sé que en Muyil hoy andan entre 40° y 43°… Acá no sé a cuánto estemos, ¿28°, 30°? Sabe. Sólo agradezco no estar sudando ni sentirme asfixiado; esta calor es apacible para uno, es un sol menos dominante, no doblega tan de inmediato.
Y sin embargo, lo extraño al maldito. Es como si no quisiera vivir sin arder, como si pudiera estar sin el fuego dándole gustillos de coco y sal a la piel, al sexo, al sopor… y cuando estás a punto de morir surge la helada cheva a las meras tres, con 42°C, y llega el amigo: te salva en La Tarraya, salud, hermano… bebamos por toda mujer que haya rescatado al inerme cuando por el calorón se ponía loco, tú sabes.
¿Allá qué más quedaba entonces? Pues el mar, el cenote, cebiche con brisa de sal gruesa. Y en San Miguel a uno le da por otros rumbos.
AFORISMOS ENTRE LA SAL Y LA PIMIENTA
1
Imaginar una mujer que en vez de admirar lo que uno hace, que acaso lo mirase a uno de vez en cuando, a la hora que guste.
2
Habrá alguna sin el deseo histórico por cobrársela… porque a ella y a las demás todos las han jodido desde hace mucho, cuando perdieron el trono. Ojala sientan este deseo como concordia, nada de fitness, nada de coaching.
3
Una mujer con quien estar, estar, Estar y estar hasta donde se pueda, sin obligarse al deber ser. Una mujer con quien ser, ser, Ser y estar hasta donde sea, sin deberla ni temerla.
¿Esa mujer luego jugaría con este apotegma barato y lo pondría: “UN HOMBRE CON QUIEN ESTAR, ESTAR… UN HOMBRE CON QUIEN SER, SER…?”
Que mejor haga los suyos.
4
Mujer que sabe latín me cae bien, señal que puede conversarse, saberse gentilmente ilustrado –Bonifaz Nuño dixit. Mujeres semejantes asentaron lo mínimo necesario para ellas (¿para todas?) en el siglo XX: tener una habitación propia, debatir, batirse por no ser el segundo sexo; lograron que hasta en México los burros también ya carguen chamacos y les limpien las nalgas si se cagan. Pues de acuerdo. Lo acepto, lo asumo, el mandil está de moda, es políticamente a la de a huevo, correcto. Confío que nadie se moleste si al final del XIX Symposium-Turismo-Zen-2020, intercambie datos fluidos con esa negra lagartona-piel-canela. El tema: ¿Reiniciar el lenguaje eternamente corporal es una cuestión de género?
La Guadalupe SMA
agosto 2017