Por Gonzalo Zapata

CANCÚN, MX.- La alarma de emergencia sonó a las 11 de la mañana, era el 19 de septiembre, todos sabían que se trataba de un simulacro de un sismo. Habían pasado 32 años del trágico terremoto de 1985, se habían registrado otros sismos en la capital del país, no se tenían registros de daños tan importantes como el de este año.

13:14 horas se suscitó un nuevo movimiento telúrico, esta vez, las alarmas no sonaron para prevenir una desgracia mayor, miles se encontraban realizando sus labores cotidianas, en escuelas, oficinas, bancos, cafeterías, en fin, el movimiento habitual de una zona como la Ciudad de México.

Todos sabemos lo que pasó después de ese sismo de 7.1 grados en la escala de Richter, otra vez un 19 de septiembre.

De inmediato se organizaron cuerpo de rescate, primero de las zonas cercanas a la capital del país, y horas después de otros estados de la República.

En uno de los equipos de rescate viajaron el bombero Alfredo Pérez Javier y “Luna”, una perra labrador de dos años de edad y cuya experiencia en búsqueda y rescate sería importante en una desgracia como la ocurrida aquel día.

El binomio trabajó primero en la “zona caliente” de la capital del país, la Colonia Roma, de donde se logró el rescate de cuerpos sin vida y algunos vecinos que seguían atrapados bajo los escombros de los edificios que se cayeron.

Fue una jornada de más de 12 horas sin descanso, la prioridad era contribuir con el rescate de personas, comentó el bombero Alfredo Pérez, quien lleva más de 20 años sirviendo en el Cuerpo de Bomberos de Cancún.

“Luna al igual que otros binomios, lograron hacer el marcaje de zonas en la que se encontraban personas vivas y cuerpos atrapados, sin embargo a veces eran otros grupos los que se quedaban a realizar el trabajo de rescate”, dijo.

Posterior a la Roma, el grupo de brigadistas de los Topos Cancún y del cuerpo de Bomberos de este destino turístico, se movieron a otra zona de la capital del país, una en la que se derrumbó un multifamiliar.

Ahí, fueron más de 36 horas de trabajo sin descanso, y también fueron más los cuerpos sin vida rescatados.

“Se pierde la contabilidad del número de personas que se rescatan”, agregó.

Para llegar a cabo el trabajo, el binomio trabaja una hora diaria en búsqueda, rescate y obediencia, además de juegos para mantener activa la inquietud y ritmo de “Luna”.

A pesar de ser entrenada para el trabajo en edificios colapsados, “Luna” ha llevado a cabo rescate de personas en la selva de Quintana Roo. “A Luna le queda mucho por participar y claro, aprender, todavía puede dar mucho y cuando se necesite ahí estaremos”, comentó Pérez Javier.

“Luna” ha tenido ya camadas de cachorros, de las cuales dos de sus hijos Shira y Neo también forman parte del cuerpo de rescate canino del cuerpo de Bomberos, aunque ellos todavía se encuentran en fase de entrenamiento. (Noticaribe)

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