CIUDAD DE MÉXICO.- Corte de cabello a rape permanente, aislamiento casi total, con visitas y llamadas telefónicas una vez por semana; deficiente, casi nula atención médica y un trato férreo como cualquier cárcel de alta seguridad es lo que le espera a al ex gobernador Roberto Borge en el Centro Federal de Rehabilitación Psicosocial (Ceferepsi), del Estado de Morelos, una prisión federal, no estatal, considerada de máxima seguridad a la que finalmente fue ingresado hoy después de un largo recorrido por el sur del estado de Morelos, producto de una equivocación que lo llevó primero al Cefereso 16, que es una cárcel federal para mujeres.
Como gobernador, Roberto Borge no escatimó para darse una vida de lujos y hasta de excentricidades. Departamentos frente al mar, yates, aviones, viajes en cualquier momento, un séquito de asistentes. Prácticamente cualquier capricho le estaba resuelto.
Pero, Borge pasará del paraíso al infierno durante su permanencia en el Ceferepsi, que si bien es una cárcel-hospital, es más bien lo primero que lo segundo.
De acuerdo con informes recabados por NOTICARIBE, Roberto Borge no encontrará ni remotamente la atención de las múltiples enfermedades que señalan sus abogados, sino que estará sujeto a estrictas medidas de reclusión y quedará prácticamente aislado.
El Ceferepsi es un antiguo hospital, convertido en prisión. Al principio fue para reclusos con problemas mentales, pero ahora es para presos con prácticamente cualquier enfermedad. Tiene un una capacidad para 460 internos.
El principal elemento para que sea definido como una cárcel para atención de presos con enfermedades es un área con 11 camas, de las cuales algunas están ‘aisladas’ para internos con males contagiosos.
En realidad se trataría de un hospital de ‘primer nivel’, es decir, con los servicios más elementales. Pero, en este caso, en condiciones aún más precarias.
El personal médico está reducido a tan solo dos: un cirujano y un ‘integrista’ y hay un total desabasto de medicamentos.
Esta área cuenta además con un escritorio, con un guardia y una pequeña central de enfermería.
El complejo penitenciario está enclavado entre pequeñas comunidades, y si los internos requieren atención urgente, deben ser trasladados, tras un complicado ‘papeleo’, a un hospital de una ciudad, y el más cercano se ubica a dos horas.
Los presos enfrentan la disciplina de cualquier cárcel de máxima seguridad. Entre otras medidas, no pueden sostener conversaciones con otros presos. La mayor parte del tiempo están dentro de sus celdas, incomunicados.
En su tránsito en el interior de prisión, los internos son sometidos a arcos detectores de metales y deben de caminar con las manos hacia atrás, como si estuvieran esposados.
Además, cada semana son sometidos a un corte de cabello a rape..
Apenas tienen derecho a una visita de hasta dos horas y una llamada a un teléfono ‘de casa’ y otra a un celular cada ocho días.
El entretenimiento se reduce a una hora de televisión en una habitación habilitada para tal efecto y pueden tener en sus celdas hasta tres libros de la biblioteca del penal, que cada semana le son intercambiados por otros títulos.
En general, los presos recurren a amparos u otro recurso legal para ser trasladados a otras reclusorios. (Noticaribe)