Este lunes, sujetos dispararon contra una persona que logró huir con vida, en la avenida Tulum. Aunque, elementos de la Policía Preventiva Municipal (PMM) llegaron al lugar, los agresores escaparon.
El pasado sábado, sicarios se metieron a un bar de la supermanzana 65 y dispararon a discreción contra los clientes. A pesar de que este establecimiento, está en “El Crucero”, enclavado en el mero centro de la ciudad, en medio de un intenso tráfico de automóviles, los homicidas pudieron huir.
Los elementos de la PMM simplemente no logran arrestar a nadie cuando ocurre un hecho de violencia. Llegan tarde, o de plano no llegan.
De esta manera, la impunidad empieza, desde la incapacidad de la PPM para detener a personas que cometen un atentado o hasta un ‘delito común’.
Tampoco se conoce si algún homicida ha sido detenido por la Policía Ministerial, gracias a las imágenes de las cámaras de vigilancia de la Secretaría Municipal de Seguridad Pública y Tránsito (SMSPT).
La Policía Preventiva de Cancún está rebasada en sus capacidades para enfrentar a la delincuencia. Los hampones cometen delitos pues tiene la garantía que no serán molestados.
En medio de este panorama, dos reporteros fueron víctimas del desmedido uso de la fuerza y la torpeza en la aplicación de los protocolos en la actuación de los elementos de la policía preventiva municipal.
Frente a los excesos de los policías preventivos, queda ya en segundo plano si las víctimas son comunicadores, a pesar la desafortunada acotación del titular de la SMSPT, Darwin Puc Acosta, que subrayó que no fue una acción contra reporteros, sino contra ciudadanos que cometieron una falta.
La falta fue de tránsito, pero los policías desenfundaron sus armas y apuntaron y arremetieron a golpes contra los reporteros, que resultaron con lesiones.
Los cancuneses están frente una policía incapaz de cumplir con su trabajo, pero cuando aparentemente lo llevan a cabo, lo realizan mal, sin protocolos, ni técnicas y en contra los derechos humanos.
El aumento de la violencia no solo obliga a tener policías eficaces, sino que además respeten las garantías de los ciudadanos que NO son delincuentes.
Pero los cancunenses, ante una corporación como la que comanda Darwin Puc, están la peor de las situaciones: ante una negligencia impune y una policía sin aptitud y que no garantiza el respecto a los derechos humanos.