Mucho se ha cacareado sobre la condición de Tulum como un destino turístico de cultura y naturaleza aunque la orientación actual de su desarrollo implica la destrucción de la cultura local y el deterioro del capital natural.
El potencial cultural de Tulum es innegable, más allá de considerar solamente su sitio arqueológico, ya que la cultura viva, la composición pluricultural actual de sus habitantes y la apasionante historia de Tulum, son elementos de inigualable riqueza para el disfrute de cualquier turista interesado en la cultura.
Pese a los importantes tesoros culturales que contiene este municipio, ni desarrolladores ni gobierno aportan para su conservación, fortalecimiento y aprovechamiento. Nada de información, nada de infraestructura, cero planes en el ámbito cultural. Pero, eso sí, en todos los discursos de gobiernos y desarrolladores se habla de la cultura maya y de las comunidades mayas como distintivos de este destino turístico. En la realidad, las comunidades y su cultura no existen en los planes turísticos. De hecho, no existe un plan oficial para apoyar las manifestaciones culturales y, peor aún, los esfuerzos de los promotores y creadores son boicoteados desde el gobierno del Estado. Uno no se explica, por ejemplo, que se haya torpedeado el trabajo de la Casa de la Cultura hasta casi exterminar el único espacio oficial para el fomento de la cultura. Uno no se explica que el modesto museo de la prehistoria se encuentre en un espacio tan precario y que haya sido el ejido Jacinto Pat quien haya apoyado su establecimiento y no el gobierno del Estado, la SEP, el INAH o la Secretaría de Turismo. Actualmente, por desgracia, se vive un conflicto entre los promotores del museo y la nueva directiva ejidal
Tulum debería contar con un centro cultural en forma donde existan espacios para exposiciones, obras teatrales, conciertos, cine. Pero sólo se piensa en más cuartos de hotel, no en elevar la calidad de la oferta ni en aprovechar de manera digna el capital cultural con que contamos.
Si uno busca información sobre la cultura y la historia de Tulum no encontrará nada. Muchos municipios de este país al menos tienen una monografía. Aquí deberíamos tener un libro hecho por especialistas en arqueología, epigrafía, historia, ecología, antropología. Tenemos estos especialistas en el estado.
Necesitamos contar nuestra historia, no solamente a los visitantes sino también a los actuales pobladores de Tulum, la inmensa mayoría de ellos migrantes recientes. El conocimiento de nuestra historia nos pone en contacto con nuestras raíces y fortalece nuestra identidad, que tanta falta hace en Tulum.
Además, tenemos una historia apasionante cuyo origen podemos rastrear en el fondo de los cenotes, verdaderas cápsulas de tiempo que están empezando a revelarnos secretos guardados por más de 60 mil años, que es la antigüedad de las osamentas de camellos mamuts, caballos, osos hormigueros gigantes y otros animales prehistóricos que habitaron aquí. Tenemos también los vestigios más antiguos, conocidos, de la presencia de los seres humanos en el continente, con 14 mil años de antigüedad. Los esqueletos, magníficamente conservados en el agua, han permitido la reconstrucción de sus figuras y sus rostros Tenemos vestigios de la civilización maya, desde sus orígenes hace 5 mil años hasta la invasión española. Entre éstos, destaca la ciudad de Cobá, una de las más grandes ciudades construidas por los mayas antiguos. Destaca, desde luego, la ciudad portuaria de Zamá, ahora conocida como Tulum, uno de los puerto importantes en la ruta comercial del caribe y el golfo de México que dominaron los mayas en el período postclásico.
Los náufragos Gonzalo Guerrero y Jerónimo de Aguilar, primeros europeos en pisar tierras mexicanas, llegaron a nuestras playas en 1511. Como es sabido, Gonzalo Guerrero se casó con una mujer maya y luchó contra los invasores españoles. Actualmente se le considera el padre del mestizaje pero no se ha reconocido su papel como héroe de la resistencia. Uno de los rasgos culturales distintivos de los antiguos habitantes de Tulum es su veneración a Ah Mucen Cab, el dios protector de las abejas, devoción que puede comprobarse por su destacada presencia en los frisos de los edificios de Tulum y de Cobá. La relevancia de esta deidad en la zona nos habla de la importancia que tenía el cultivo de las abejas nativas, en especial la hoy conocida como Melipona Beecheii. La miel producida por esta abeja era un importante artículo en las transacciones comerciales. En el Códice Madrid, uno de los 4 códices mayas que aún se conservan, se dedican varias páginas a explicar el manejo de esta abeja, la cual es dibujada allí con el mismo rigor de los entomólogos actuales.
¡Cuántas historias por contar en este destino de cultura sin oferta cultural!