Los conflictos interminables en Akumal no hacen sino golpear más a los ecosistemas costeros con el despliegue de cercas, muros y verdaderas barreras tipo búnker que dan el aspecto de un campo de concentración a lo que alguna vez fue La Perla del Caribe Mexicano.

Poca gente sabe cómo comenzó todo y cómo se fue desarrollando Akumal, el primer destino turístico en las costas de Quintana Roo.

El iniciador de Akumal es, sin duda, Pablo Bush, un hombre nacido en el barrio de Popotla, Ciudad de México, hijo de padre estadounidense y madre mexicana, que vivió muchos años en el Paso, Texas, lo que le permitió tener una formación bicultural. Fue un hombre polifacético pero, más que nada, un empresario y un aventurero. Llegó a las costas del caribe mexicano en los primeros años de la década de los cincuentas, buscando lugares para practicar el buceo y se encontró con una maravilla, hoy conocida como Sistema Arrecifal Mesoamericano.

En el año 1955 compró una enorme propiedad que abarcaba desde la caleta Yalkú hasta la caleta Xel Ha. El original propietario era Argimiro Argüelles, que tenía plantaciones de coco a lo largo de la costa y se dedicaba a procesar la copra para producir aceite.

En 1958, con una infraestructura mínima y todavía sin conexión terrestre, Pablo Bush y un grupo de amigos buzos, establecen en la Bahía de Akumal el Club de Yates Akumal como el primer destino turístico en estas costas, un destino pensado para buzos, exploradores y aventureros. Curiosamente, el club nunca tuvo yates.

El grupo de amigos integra el CEDAM – Club de Expediciones y Deportes Acuáticos de México  – donde participan jóvenes buzos que luego se convirtieron en leyenda, como Ramón Bravo.

En una de las expediciones, rescataron muchos objetos y los cañones de una embarcación del siglo XVII, hundida cerca de banco Chinchorro. También hicieron las primeras exploraciones en el Cenote Sagrado de Chichén Itzá, rescatando valiosos objetos que ampliaron el conocimiento sobre la historia de esta importante ciudad maya.

En aquellos años, era común que personajes como la periodista Alma Reed (la malograda amante de Felipe Carrillo Puerto) o el arqueólogo Eric S. Thompson, llegaran a Akumal a pasar unos días.

La propiedad de Bush abarcaba más de 12 kilómetros de hermosas playas, pero en 1972, cuando se inicia el proyecto Cancún, el entonces presidente Echevarría le echa el ojo a la propiedad de Bush ya que, con el surgimiento de Cancún, esta tierra incrementaría su plusvalía a niveles inimaginables.

El gobierno obliga a Bush a “regularizar” su propiedad, lo que tiene un costo altísimo. Quizá una estratagema pensada para que Bush terminara pagando con tierra, abarcando su nueva propiedad desde Yalkú hasta lo que ahora es Bahía Príncipe.

Hacia 1975 se termina la carretera que comunica a Cancún con Chetumal y muy pronto empieza a operar un aeropuerto para vuelos nacionales e internacionales. Mientras eso sucede, Bush empieza a fraccionar su propiedad vendiendo lotes en el esquema de fraccionamientos residenciales, los que ahora se conocen como Akumal Norte y Akumal Sur. Estos fraccionamientos nunca fueron dotados de los servicios básicos y por ello los municipios (primero Cozumel, luego Solidaridad y ahora Tulum) se han negado a que sean entregados a la administración pública.

Así, Akumal nace en la irregularidad, se desarrolla en la irregularidad y se mantiene en la irregularidad. Actualmente, el estado de limbo legal que ha prevalecido ha venido evolucionando, de manera que el municipio cobra el impuesto predial, exige la regularización de las propiedades, por lo que cobra cifras estratosféricas, mientras establece una planta de tratamiento de aguas residuales, promete introducir el drenaje y hace rondines esporádicos con las carcachas de la policía municipal.

La regularización de las propiedades tiene sentido en muchos casos ya que las casas y condominios terminaron funcionando como hoteles, aunque fueron registrados como casas habitación y nunca actualizaron su nueva condición. Muchas de estas propiedades construyeron segundos o terceros pisos sin dar aviso a la autoridad y sin respetar los lineamientos del Programa de Ordenamiento Ecológico Territorial del corredor Cancún-Tulum.

A finales de los años setentas, Pablo Bush ya había construido un pequeño hotel y se asocia con la línea aérea Canadian Pacific para que ésta administre el hotel y los servicios asociados con el club de yates. Años después, al terminar el convenio, la línea aérea propone comprar la propiedad, pero Bush rechaza la oferta. Los canadienses argumentan que han establecido nueva infraestructura y se resisten a entregar las instalaciones. La propiedad entra en un pleito legal que se prolonga por años. De esta manera, mientras Cancún crece vertiginosamente y surge Playa del Carmen, el desarrollo de Akumal entra en un bache, lo que, según algunos, resultó afortunado ya que liberó a esta bahía del vertiginoso afán desarrollador, al menos por unos años.

Al terminar el pleito legal, los socios del Club de Yates Akumal recuperan la posesión de la tierra y, pensando que no vale la pena fraccionar el predio en pequeños lotes, deciden crear el Centro Ecológico Akumal.

Continuará.

Comentarios en Facebook