Que el diputado local ‘sin partido’, Juan Carlos Pereyra Escudero, que todas las mañanas reza para se corran la listas de ‘pluris’ federales del PAN y Eduardo Martínez deje la presidencia de la Gran Comisión del Congreso del estado, podría ser uno de los ‘quintanarroenses’ del que muy pronta tenga conocimiento el virtual presidente electo, Andrés Manuel López Obrador.
El ex secretario del Ayuntamiento de Solidaridad tendrá que responder pronto de lo que parece ser su principal cualidad, que es la falta de vergüenza.
A Juan Carlos Pereyra simplemente le valió que haya sido ‘balconeado’ en medios nacionales por despojar de un terreno ubicado en Playa del Carmen a don Damián Canché Pool, de 82 años, y doña María Luisa Loría Cano, de 78. (Aquí la nota en Proceso)
Si bien, Pereyra ya desarrolló una capa dura y resbalosa en su epidermis, pues reiteradamente es protagonista de escándalos que van desde apropiarse de terrenos ganados al mar en la Riviera maya hasta la célebre ‘Ley Casitas’, debería de medirse y tener un poco de sensibilidad para atender a una pareja de personas de la tercera edad a la que le arrebató un inmueble que utlizarían para su ‘jubilación’.
Doña Luisa Loría ya tiene todo preparado para acudir con López Obrador y de paso, con la nueva alcaldesa de Playa del Carmen, Laura Beristaín, que también es de Morena, pero además el auto ya es de conocimiento de los dos diputados federales electos de Benito Juárez, Mildred Ávila y Jesús Pool, también lopezobradoristas.
Si bien López Obrador debe estar saturado, un asunto como éste, de despojar a una pareja de personas de la tercera edad de su patrimonio, no es asunto que pase desapercibido y menos cuando el autor es un connotado miembro de la ‘mafia del poder’ que se siente intocable.