KANTUNILKÍN, MX.- Por primera ocasión el cerro mayor fue la sede de una ceremonia maya del Jéets Méek o también conocida como abrazadera en horcajadas, que se trata de un ritual que se practicaba desde la época prehispánica, y de hecho el Popol Vuh -libro sagrado de los mayas- hace referencia simbólica a este paso tan importante hacia un despertar a la vida.

El encargado de los trabajos, Germán Pool Che, explicó que los mayas consideran un hecho que los seres humanos pueden tener un destino social definido, el cual es marcado por esta ceremonia en donde la madrina o padrino entregan al menor, de manera simbólica, los elementos que lo ayudarán a destacar en su vida adulta.

De igual forma dijo que marca la apertura del recién nacido hacia el mundo consciente y al mismo tiempo lo incorpora a la sociedad.

Y es que la ceremonia se realiza generalmente adentro de la casa, y el padrino o madrina entregan un regalo que simboliza una profesión o actividad que desarrollarán los menores en su vida adulta, y acto seguido abren por primera vez sus piernas y los colocan en la cintura para dar nueve vueltas cargándolos alrededor de la mesa, y al final se comprometen a velar por ellos en caso de que falten los padres.

Pool Che, agregó que cada día es menos la costumbre de regalar coas para trabajar la milpa, en el caso de los hombres, o agujas para aprender a costurar o coser, en el caso de las mujeres, ya que hoy en día se regalan más lápices para aprender a escribir y otros elementos que le han ido dando nuevos matices a esta ancestral tradición.

Ahí llamó la atención, porque se contó con los danzantes mayas que realizaron una serie de rituales durante la celebración del Jéets Méek. (Noticaribe)

Comentarios en Facebook