Me gusta adornar, cuando se da la ocasión, de hablar sobre el nacimiento de mi hijo en una mañana del 2001, al lado de la playa y con la brisa marina saludándonos, mi hermana acompañándome en este momento crítico y pudiera continuar y hacerlo parecer idílico y envidiable, pero la realidad es que tuve un trabajo de parto de emergencia y en Puerto Morelos solo había un centro de salud que, obvio, no estaba equipado para un parto, así que no tuve acceso a la sala de un quirófano, ni a la asepsia ni a la anestesia, o sea, me lo eche a puro valor mexicano.
La realidad es que el doctor salvó mi vida y la de mi bebé con sus conocimientos, una tijera negra que tiemblo al recordar y la asistencia de mi hermana que no sabía nada de enfermería.
Para no hacer el cuento largo, les digo que si viviera lo mismo el día hoy, 17 años después, pasaría exactamente lo mismo, pues Puerto Morelos cuenta solamente con un dispensario médico, y a esto, señores, se le llama rezago social.
Ya teníamos uno muy grande bajo la sombra de la administración de Cancún, pero ahora, a 3 años de este gobierno, a cargo de Laura Lyyn Fernández, el rezago se ha incrementado muchísimo más, ya que el presupuesto se implementa en su imagen y en proyectos que no están diseñados integralmente ni a largo plazo.
Ella, junto con el Cabildo de Puerto Morelos, nos planteó en la sesión del día lunes 19 que a causa de las nuevas reformas del nuevo gobierno que tendrá un plan de austeridad, ella deberá buscar nuevos medios de recabar fondos a través de Derechos (vieja forma de decirle a impuestos), pero lo más grave, si así es cada vez más grave, es que la mayoría de los regidores no cuestiona, ¡ni tampoco lo hace el Congreso!
¿Quién cuestiona el uso del primer aumento de impuestos al inicio de su administración? ¿Se está haciendo buen huso? Todos sabemos que no. Continuamos con una opacidad en las finanzas y con una lista muy bien marcada de obras empezadas que no vemos ni para cuando se terminarán, como las calles del casco viejo, como que se continúa sin drenaje operativo al 100 por ciento, tanto en el casco como en la colonia en donde se realizó una negociación con Aguakán que a la fecha tampoco es clara ni se ha informado a la población cuál es el proyecto.
Los reencarpetamientos que se han realizado que no cumplen con las normas, parques sin terminar, camellones invadidos por comercio ambulante que prolifera tan furiosamente como se les aumentan los cobros al comercio formal, ¿acaso tiene lógica? El rezago en transporte, en donde los taxistas padecen crisis económicas por haber perdido la latitud 21 como centros de trabajo, y como la cereza del pastel nos dicen que se gastan 30 millones en el sargazo cuando sabemos perfectamente que se utilizaron a los empleados ya pagados de ayuntamiento para esto.
Continuamos sin una sola nota informativa sobre la granada del ‘Bara Bara’ y el incendio al Ojo de Agua, y, bueno, tampoco hay un solo detenido por las ejecuciones.
¿Y los Bomberos? Con una camioneta híbrida que carga un tinaco semivacío. Es una tristeza, pero los números de los gastos son descomunales e incongruentes con la realidad que vivimos en este Pueblo con Desencanto y mucho rezago que cada día nos cuesta muchísimo dinero a los contribuyentes.
Recuperar el territorio L 21 traería recursos, tener una nómina congruente al número de habitantes (600 en vez de más de 1000), no más gasto en medios ni en promoción de la imagen de la presidenta y vigilar el gasto en las obras públicas, no tienen por qué inventar más Derechos (impuestos) hasta que se le dé el mejor uso a los recursos existentes.
Esperemos que las dos voces que tenemos en la regiduría contagien las conciencias de los demás, que al día de hoy no cuestionan ni representan los intereses de los portomorelenses ni de sus recursos limitados.