En la estación de Tenosique el paso del tiempo y el abandono son evidentes.
Clemencia y su familia viven en una parte de la estación de Escárcega, Campeche.
En Valladolid, la estación del tren se encuentra abandonada, a unos pasos, hay un área donde los niños juegan fútbol.
En Valladolid se pueden ver caballos pastando sobre las vías.
En Mérida también circulan los trenes de carga.

TABASCO, MX.-  Entre ventanas rotas, pintura desgastada y olor a humedad es lo que puede observarse en la antigua estación de Tenosique en Tabasco. En esta terminal se encuentra Julia, esposa de un trabajador de ferrocarril quien lleva más de 15 años viviendo en ese lugar, publicó El Financiero.

Al preguntarle sobre el Tren Maya, Julia de aproximadamente 45 años, sonríe ampliamente y responde que no sabe nada al respecto, pues las autoridades no se han acercado a hablar con ella. Sin embargo, está consciente que cuando los trabajos de construcción comiencen tendrá que despedirse de lo que ha sido su hogar por más de una década.

“Pues sí (lo extrañarán), se imagina tantos años viviendo aquí, ya nos habíamos acostumbrado, pero bueno, no es de nosotros, es del ferrocarril, qué más le vamos a hacer, y si nos viene el ferrocarril (y nos dicen) sabe qué desocupe, qué más le vamos a hacer. Aquí nos lo dieron a vivir, no nos lo regalaron”, comenta con un dejo de resignación pero con la esperanza de que el tren traerá beneficios a su localidad.

Esperanza es la palabra recurrente a lo largo de la ruta de mil 525 kilómetros que recorrerá el Tren Maya, proyecto insignia de la administración de Andrés Manuel López Obrador. Con una inversión total estimada entre 120 y 150 mil millones de pesos y conformado por 15 estaciones distribuidas en cinco estados: Chiapas, Tabasco, Campeche, Yucatán y Quintana Roo, será la herramienta para reactivar la actividad económica y atraer más turismo al sureste mexicano.

Dejamos atrás la casa de Julia, siguiendo las vías del tren 239 kilómetros al norte, entre un manto verde y cabras que utilizan las rieles como comedor, está la estación de Escárcega en Campeche, al poniente de la localidad. Pintada de amarillo y negro, colores de la empresa “Ferrocarriles del Istmo de Tehuantepec”, su estructura ha resentido el paso del tiempo y abandono.

Desde lejos, Clemencia de unos 55 años de edad, que como Julia es esposa de un trabajador de ferrocarriles, platica que se encuentra ilusionada por dos razones: nunca ha viajado en tren de pasajeros y espera que tenga un impacto positivo en la economía de la región.

“Me gustaría (viajar en tren) y espero en Dios que me dé vida para verlo llegar, sí me gustaría viajar en tren”, comenta con ilusión.

“¿Y si tuviera que dejar su casa por la estación, tiene adónde ir?” se le cuestiona.

“Pues ahorita todavía no nos han indicado nada, si nos van a reubicar o si nos van a mandar a otro lado, pero aquí la que se encarga es la empresa de ver adónde nos van a colocar (…). Pero sería mala onda que nos dejaran afuera”, contesta.

Al centro de la avenida Héroes de Nacozari, en San Francisco de Campeche, una bodega que también forma parte de la estación es acaparada por un enorme trineo de Santa Claus. En su interior, una enorme estatua de Mickey Mouse y otras figuras decorativas inspiradas en dibujos animados ocupan una de las bodegas. Es el taller de ‘Los Huichos’, José Luis Antonio Pacheco y Luis Felipe Gómez, dos ex empleados ferrocarrileros ambos de alrededor de 50 años, que ahora tienen un taller de esculturas para carros alegóricos.

‘Los Huichos’ señalan que se encuentran contentos por la decisión del nuevo gobierno de rehabilitar el ferrocarril ya que representa una oportunidad para poder exhibir su arte.

No obstante, tienen temor a que sean reubicados y que no se puedan quedar con la propiedad de su actual taller. “Nos perjudicaría muchísimo si por ejemplo que el presidente nuevo (López Obrador) diga vamos a reubicarlos”, afirmó Antonio Pacheco.

Al sur de Campeche, a un par de cuadras de la avenida principal de Pakalná, colonia del municipio de Palenque y donde se encuentra la actual estación de tren, Enereida Corona de 40 años, tiene un negocio de ropa que no está enfocado al turismo; no obstante, afirma que el beneficio del Tren Maya impactará no sólo a las personas que se dedican a esa actividad, sino a todos los habitantes.

“Si hay más turismo, si ellas tienen mejores ingresos, mi negocio también se va a ver mejorado, porque ellos van a poder comprar más, van a poder comprar ropa, van a tener más ingresos, pueden comprar más cosas”, consideró la joven comerciante.

Enereida tiene una hija que vive en Cancún, por lo que el desarrollo del tren le facilitará el transporte hacia esa zona. “Me gustaría tener la manera de visitarla tan seguido, que no fuera tan difícil”, señaló entusiasmada.

Del otro lado de la ruta, en Playa Delfines, Cancún, un vendedor de cerveza y bebidas originario de Tizimín, Yucatán aseguró que el proyecto del tren es bueno para llevar más turistas a la zona, lo que les daría más trabajo. Es algo que van a poder utilizar “nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos que no conocieron el tren”, comentó.

Alejándose de la carretera Escárcega-Bacalar se encuentra la Reserva de la Biosfera de Calakmul el primer bien mixto (natural y cultural) de la humanidad reconocido por la Unesco en México, título que recibió en 2014.

De acuerdo con la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), el área de más de 723 mil hectáreas de selva (casi el doble de la superficie total del estado de Tlaxcala) y en ella se habitan más del 80 por ciento de las especies vegetales de la Península de Yucatán, además de 350 especies de aves y casi un centenar de mamíferos.

En noviembre, el titular del Fonatur, Rogelio Jiménez Pons dio a conocer que el proyecto del Tren Maya contempla un tren ecológico impulsado por hidrógeno que llegaría a la zona arqueológica a de Calakmul en sustitución de la actual carretera que conduce a ese espacio y que se conectaría con el Tren Maya.

La propuesta despertó gran indignación tanto de la comunidad científica como de activistas ambientales, quienes rápidamente llamaron a no construir esa obra.

“No es viable que un tren ingrese a la biósfera. Implicaría que devastaría mucho, sabemos que una estación necesita la apertura de un buen espacio para las vías, sería muy desastroso para lo que es la flora y la fauna”, comenta Refugio Ascencio, comisario ejidal de Conhuas, comisaría de Calakmul.

Los habitantes de la zona avalan al Tren Maya, pero están en contra de cualquier proyecto que pueda afectar la Reserva de Calakmul.

Ayer domingo, con un ritual de los 12 pueblos originarios a la madre tierra, en la ciudad de Palenque, el Tren Maya inició su travesía para concretarse. (Fuente: El Financiero / Fotos:Luis Lozano / Luis Tzec)

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