«La ciudad está invadida, pero insignificantes son las ganancias», este es el lamento que se escucha en boca de comerciantes y autoridades en muchos ciudades italianas con gran afluencia de visitantes. Es el llamado turismo «mordi e fuggi», una tocata y fuga con gastos low cost, a menudo no superiores a 20 euros. El caso más emblemático es Venecia. La visitan cada año unos 25 millones de turistas, pero la mayoría está unas horas y se marcha sin pernoctar.
Para cambiar esta situación y dotar de fondos a las exhaustas arcas municipales de Venecia, el gobierno aprobó en los presupuestos para el 2019 una medida que permite cobrar un billete para esos turistas de tocata y fuga. Los visitantes de mochila y bocadillo que solo pasan unas horas, tendrán que pagar entre 2,5 y 10 euros al día, según sea baja o alta temporada. Se estiman unos ingresos anuales de 50 millones de euros, que serán destinados a mejora de servicios e infraestructuras. Además de los turistas «mordi e fuggi», también pagarán los pasajeros de las grandes cruceros. Esta medida fiscal «podría permitir un efecto selectivo y moderar el acceso de las grandes naves a la zona de la Laguna», según se explica en la Ley de Presupuestos.
Entrará en vigor de forma inmediata, porque Venecia lucha contrarreloj para evitar su deterioro y el éxodo de sus residentes. En julio, la Unesco decidirá si incluir a la ciudad de los canales entre los lugares de riesgo, al igual que Damasco, en Siria, pues ni el Gobierno de Roma ni el Ayuntamiento local han conseguido alejar a los cruceros que se asoman a pocos metros de la Plaza de San Marcos.
Afluencia turística
Además de Venecia, desde el 2015 las llamadas islas menoresitalianas, como las Eólidas, cerca de la Costa nordeste de Sicilia, o Lampedusa cobran una tasa a los turistas. El modelo de Venecia «tiene que extenderse a otras ciudades que sufren de hacinamiento», afirma Bernabò Bocca, presidente de la Federación de Hoteles. En su opinión, «las ciudades italianas son museos y como sucede en los museos, es justo pagar por visitarlas». Por eso se pide exportar el ejemplo veneciano a Roma y a otras localidades.
Algunas administraciones ya están en ello. Es el caso de pueblos como Riomaggiore y Vernazza, que se encuentran en el interior del Parque de las Cinco Tierras (Liguria) y que son de una belleza excepcional. En otras ciudades, ese peaje se impone cuando la afluencia turística se convierte en masiva, como Polignano a Mare (Bari), municipio de 18.000 habitantes. El billete para entrar en su bello centro histórico, limitado solo a 2.600 turistas al tiempo, cuesta 5 euros. Aún así, no se ha conseguido frenar el número de visitas. Y lo mismo sucedería en otras muchas joyas italianas, como Capri o Portofino.
Difícilmente un turista se resistirá a pagar 10 euros en Venecia por vivir una experiencia espiritual y estética única en el mundo. (Fuente: ABC)