NUEVA YORK, MX.- Isaías Valdez Ríos, Memín, exintegrante del Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales (GAFE) del Ejército Mexicano, sicario y piloto del Cártel de Sinaloa, describió con lujo de detalle cómo su exjefe, Joaquín El Chapo Guzmán, torturó y asesinó a tres personas, publicó Proceso.

De 39 años, nacido en Culiacán, Sinaloa, Memín relató al jurado de la corte federal de Brooklyn, Nueva York, que se inició en el negocio del narcotráfico en 2004, cuando El Chapo era uno de los líderes de la organización criminal.

Durante el interrogatorio al que lo sometió el fiscal Anthony Nardozi, Valdez explicó que durante su participación como narcotraficante fue operador financiero (para la compra de propiedades en Honduras), secretario y sicario de Guzmán Loera, quien además en un tiempo lo asignó como jefe de seguridad de sus hijos Iván y Alfredo.

El fiscal le pidió que contara al jurado y al juez Bryan Cogan si en alguna ocasión había sido testigo de actos de violencia cometidos por el acusado.

El exmilitar mexicano empezó diciendo que entre 2007 y 2008 su jefe, El Chapo, cometió el primero de tres asesinatos que atestiguó.

“Estábamos con el señor Joaquín Guzmán en un pueblo que se llama Bastantitas, en Durango. El Chapo Guzmán realizó una llamada y, al terminarla, nos informó que iban a traer a un arete”.

El pistolero explicó que se trataba de un integrante del Cártel de los Arellano Félix, a quien Ismael El Mayo Zambada García estaba enviando a su socio Guzmán Loera por avión.

“La persona venía torturada, bastante torturada. Le informamos al señor Chapo Guzmán cómo venía. Estaba todo quemado con una plancha de ropa, traía una camiseta que la tenía pegada toda en el cuerpo. Le habían quemado los pies, estaba vendado de los ojos y también traía marcas de que lo habían torturado con un encendedor de carro… El señor Guzmán se molestó y dijo: ‘cómo es que mandan un cabrón así, lo hubieran matado, para que lo quiero así’”.

De acuerdo con Memín, a la persona torturada la tuvieron tres días en un rancho en la sierra de Durango y hasta entonces El Chapo personalmente comenzó a interrogarlo. Le preguntaba por el nombre de personas integrantes del Cártel de los Arellano Félix, enemigo del de Sinaloa.

–¿Cuánto tiempo interrogó el acusado a esa persona? –preguntó Nardozi

–Unos dos minutos, ya que el señor Joaquín Guzmán nos dijo que esa tarde había que movernos a otro lugar, también cerca del pueblo Bastantitas.

Valdez Ríos narró que, al llegar al otro escondite, al torturado lo metieron en una especie de gallinero, que lo tuvieron encerrado varios días en ese lugar.

“Le informamos al señor Guzmán que la persona ya apestaba, que estaba podrido”, dijo. Enseguida, según el testigo del gobierno de Estados Unidos, El Chapo ordenó a Memín y a otros pistoleros que sacaran al torturado y lo llevaran a un lugar cerca del panteón en Bastantitas. Que lo dejaran ahí mientras escarbaban un hoyo en el panteón.

Agregó que, junto con dos tipos a quienes identificó como Chaneque y Cotorrito, cavaron el agujero. Posteriormente informaron a Guzmán Loera que ya habían terminado.

“El señor Joaquín tenía una pistola pequeña calibre .25, la sacó y le montó tiro a la recámara y se la puso atrás”, acotó el testigo. Junto con el torturado, los sicarios guiaron a su jefe hasta el agujero que habían cavado. Colocaron a aquel en una orilla del hoyo y “se arrimó el señor Joaquín y lo empieza a interrogar nuevamente. ‘El Chapo’ agarró la pistola y le disparó. ‘¡Pum! A chingar a tu madre’, dijo. Y luego nos ordenó que le quitáramos las esposas.”

El exmilitar mexicano indicó que la persona cayó al fondo de la excavación y que todavía estaba vivo cuando lo cubrieron con tierra.

Los 18 integrantes del jurado observaban atónitos, no a quien relataba el asesinato, sino a El Chapo Guzmán, quien se encontraba muy serio y observando fijamente a sus exsecretarios.

El fiscal Nardozi pidió a Valdez Ríos que narrara el segundo acto de violencia del que fue testigo y que llevó a cabo el cabecilla de una de las fracciones del Cártel de Sinaloa.

El incidente, según el testigo, ocurrió alrededor de los años 2006 y 2007 en Coluta, Durango. “Estábamos en una casita del señor Pedro Loaiza. El señor Joaquín estaba haciendo una llamada y al terminar nos dijo: ‘¡Hey! Chavalones, hoy nos mandan un regalo’”.

Según el sicario, El Chapo se refería a dos integrantes del cártel que habían sido capturados por su lugarteniente Dámaso López Núñez en la zona de El Dorado, en Culiacán, Sinaloa.

Guzmán Loera mandó a Memín y a otros de sus pistoleros a recoger a los dos zetas que llegaron en avión a una pista clandestina, cerca de donde se encontraban. Valdez Ríos dijo que los zetas no iban vendados de los ojos y que llagaron escoltados por el “Bravo”, en su momento uno de los principales jefes de sicarios del capo sinaloense.

“El señor ordenó que se los pusiéramos en un galerón y nos ordenó: ‘Y váyanlos calentando’”. En ese momento, la sala de la corte federal del distrito oeste en Brooklyn parecía la de un cine, donde se proyectaba una película de horror. Los miembros del jurado miraban, incrédulos, al testigo y a El Chapo. El acusado, quien regularmente observa a quienes decidirán su futuro judicial, esta vez evitaba mirarlos.

El exmilitar continuó con su narrativa. Dijo que Guzmán Loera lo mandó a buscar un lugar grande en el monte, y para allá llevaron a los detenidos.

“Llegó el señor Joaquín con su compadre, ‘El Bravo’. El señor Chapo Guzmán pidió un tronco grande y grueso y ahí empezó a torturarlos”, agregó Valdez. Después de eso, abundó, él se retiró del lugar porque estaba a cargo de las comunicaciones y tenía que estar cerca de las antenas que tenían en la sierra para llamadas telefónicas y comunicaciones por radio.

–¿Para qué pidió el acusado el tronco? –cuestionó el fiscal al testigo.

–El tronco que pidió, no lo pidió para hacerles cariños, obviamente les empezó a pegar con el tronco –respondió Memín, riéndose de su propio chiste.

El pistolero aseguró que volvió a distanciarse por el asunto de las comunicaciones, pero que poco después volvió al lugar. “Las dos personas estaban en el suelo con todos los huesos quebrados, y el señor Guzmán les seguía pegando con el tronco y con el arma que tenía, un R15 o M16 camuflado. El señor Guzmán les decía: ‘hijos de su pinche madre, cómo va a ser posible que estén trabajando con esa gente y nos estén traicionando’”, dijo Memín, explicando que a los torturados, Guzmán los acusó de traición porque eran originarios de Sinaloa.

–¿Cuánto tiempo duró el interrogatorio y la tortura?

–Bastante, alrededor de tres horas.

El exsecretario de El Chapo mencionó que posteriormente, a través de Bravo, recibieron la orden de Guzmán Loera de cavar un hoyo grande, que le echaran leña y se hiciera un fuego grande.

Cumplida la orden, ya por la noche, el capo pidió a sus sicarios que cerca de la hoguera colocaran dos cuatrimotos y que sobre las parrillas de los vehículos pusieran, en cada una, a un zeta. “Los subimos y el señor Guzmán se subió en una (cuatrimoto) y Bravo en otra, y se arrimaron más a donde estaba la hoguera, y los zetas ya no iban amarrados”, indicó Valdez.

Luego bajaron a los torturados de las cuatrimotos, “el señor Joaquín también se bajó y corrió el cerrojo de su rifle M16. Los zetas estaban viendo a la hoguera. Le puso (a uno) el rifle en la cabeza y le jaló. ‘A chingar a su madre’, dijo, e hizo lo mismo con el otro: ‘A chingar a su madre’. Nos ordenó que los echáramos a la hoguera y que no quedaran ni sus huesos”.

Memín añadió que otros de sus compañeros continuaron avivando el fuego el resto de la noche, hasta que se consumió la estructura ósea de los zetas.

Esta fue la primera ocasión en la que, durante las 34 audiencias del juicio contra El Chapo Guzmán, detallan al jurado asesinatos presuntamente cometidos directamente por el acusado.

Aunque a Guzmán Loera no se le está juzgando en la corte de Brooklyn por homicidios cometidos en México, sino por lavado de dinero y narcotráfico, el relato de Memín sí podría tener impacto en el fallo de las 18 personas que podrían decretar culpable al capo de los delitos que le imputan.

Al concluir la audiencia de este jueves, el juez Cogan dijo que la fiscalía estaría concluyendo su proceso de presentación de testigos para incriminar a El Chapo el próximo lunes 28. El ministro adelantó que es posible que también la próxima semana la defensa concluya la presentación de sus testigos para contrarrestar lo declarado por los de la fiscalía.

De ser esto así, el juicio contra El Chapo en Nueva York estaría llegando a su fin.

Y, de ser declarado culpable, el narcotraficante mexicano podría enfrentar una sentencia de cadena perpetua, que decidirá el juez Cogan tras recibir el fallo del jurado. (Fuente: Proceso)

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