La posibilidad de reelección es, en términos lisos y llanos, la manera en que un ciudadano puede castigar o premiar el desempeño de sus representantes populares.

En Quintana Roo, la dirigencia nacional del  PRI, por increíble que parezca, puso muy alta la vara a sus competidores al vetar la reelección de sus actuales diputados.

La decisión de la presidente nacional del PRI, Claudia Ruiz Massieu, es incontrovertible. No resultaba muy difícil determinar cuántos de los seis diputados del PRI deberían de ser ‘castigados’ con la no reelección. Ya no fue necesario que acudieran a las urnas. El Comité Ejecutivo Nacional (CEN) del tricolor determinó la inviabilidad de que sus actuales legisladores locales  pudieran ser ‘premiados’ con un trienio más en el Congreso del estado.

La realidad es que el PRI fue oposición ‘vergonzosa’, primero con la coordinación de Raymundo King y luego con José Luis González. Quizá, este bajo perfil de los diputados priistas se debió al proceso iniciado contra funcionarios de la administración de Roberto Borge. La mejor defensa fue, entonces, ser comparsa.

Los diputados priistas ‘nadaron de a muertito’ y su crítica al desempeño del actual gobierno fue casi nula. Prácticamente fueron una extensión de los grupos del PAN y PRD, los dos partidos del Gobierno. Los legisladores priistas no solo dejaron mal sus siglas, sino que se convirtieron en una oposición inservible.

¿Otros partidos de ‘oposición’, como el PVEM, tomarán el ejemplo del PRI, o se harán como que la ‘virgen les habla’ y, lejos de castigar,  van a premiar a sus diputados?

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