Insistía Andrés Manuel López Obrador, como candidato, que los problemas del País se resolverán como se barre una escalera, de arriba hacia abajo.
Pero para cuando la escalera de López Obrador llegue a Quintana Roo, las cosas podrían ser demasiado tarde o, al menos, los problemas serán mucho más complejos. Así como antes se refería al PRI-Gobierno, el Morena-Gobierno requiere velocidad.
Por un lado, las respuestas del Gobierno federal a los múltiples problemas del estado son muy lentos. No se tiene aún una estrategia de seguridad “de veras” ni un plan contra el sargazo, que son los dos problemas más urgentes de resolver en entidad.
La principal prioridad para AMLO en Quintana Roo es el multimillonario y ecológicamente cuestionado proyecto del ‘Tren Maya’.
Sus autoridades municipales, en particular las de Benito Juárez y Othón P. Blanco, no entendieron y, “como diría Don Teofilito”, ni entenderán de qué se trata un gobierno de Morena, pues parecen una continuidad del PRI y PVEM.
Mientras tanto, Morena, que es el partido en el gobierno, está metido en una sorda lucha de grupos y egos, no solo por las candidaturas a diputados locales, si no hasta por la gubernatura.
La anarquía es tal, que ya no se sabe si Morena va en alianza o va solo.
Y por si fuera poco, Morena está infiltrado desde la Calle ’22 de Enero’, de Chetumal, través de varios de sus ‘liderazgos’.
Como están las cosas en Quintana Roo, AMLO requiere una aspiradora.