Penosamente, no había oposición partidista en la actual administración estatal y hasta ahora, desde un sector de Morena, se empiezan a presentar disensos al gobierno de Carlos Joaquín, electo bajo las siglas del PAN y PRD,
Priistas y “verdes”, que dominaban la escena política de Quintana Roo, quedaron contra la pared al ser cómplices del saqueo de Roberto Borge y optaron por agachar la cabeza o mirar para el otro lado, mientras que Morena no lograba articularse como partido político y la mayoría de la militancia se reducía al culto a Andrés Manuel López Obrador y totalmente carente de una agenda local.
Pese a esta oposición partidaria cómoda y hasta servil, desde la sociedad civil se generó un amplio desacuerdo contra el desempeño de Carlos Joaquín, que el pasado domingo salió de las redes sociales y se reflejó en la Explanada de la Bandera, de Chetumal.
Mientras priistas y ‘verdes’ siguen replegados, Morena empieza a tener cierta institucionalidad con senadores, diputados federales y alcaldes y ahora un dirigente, en la figura de un delegado con funciones de presidente.
Poco a poco, desde Morena, se ha empezado a formar una oposición al Gobierno del estado, con la senadora Marybel Villegas y la alcaldesa Laura Beristaín, como principales figuras. Se acabó el monolito de todos son amigos y aliados y de alguna forma se ha regresado la ‘normalidad democrática’ en el estado.
Ya lo decía el Gobernador el pasado domingo, las protestas se deben a que “hay libertad de expresión”.
Y precisamente, la libertad de expresión es parte de la normalidad democrática.