YUCATÁN, MX.- El sábado 22 de marzo de 1924, hace 95 años, en los frondosos pinos del entonces cementerio municipal, cuatro progreseños fueron ahorcados por órdenes del tristemente célebre capitán Fermín González; su delito, luchar por los derechos de los trabajadores portuarios y la justicia social, publicó Diario de Yucatán.

Dicha ejecución sembró el terror en los 11 mil 500 habitantes que en aquel año vivían en el principal puerto de Yucatán. El múltiple crimen, que se cometió por órdenes del militar González y propició que Progreso se conviertiera en cuna del sindicalismo, se recuerda solo una vez al año.

Los cuatro luchadores asesinados, conocidos como los Mártires de Progreso, son héroes olvidados. Pocos progreseños conocen ese pasaje trágico de la historia de la ciudad que ocurrió 53 años después que Juan Miguel Castro y Martín fundó el puerto el 1 de julio de 1871.

El escritor Fernando Ávila Prado señala que ese episodio quedó grabado en la historia de Progreso y marcó una época en la que tomaron más fuerza los sindicatos que agruparon a trabajadores que laboraban en la carga y descarga de los barcos de cabotaje y altura. “Por eso a Progreso se le llamó cuna del sindicalismo”, expresa.

Ese pasaje trágico de la ciudad, que fue parte de la época de tiranía y hostigamiento que vivieron los habitantes, fue recopilado por el historiador Rómulo Aguilar Escamilla, quien en su documental histórico “Progreso, su evolución política y sindical”, publicado el 20 de noviembre de 1953, dedica un capítulo a los Mártires de Progreso.

Contexto histórico

El antecedente del asesinato de los cuatro porteños data de los primeros días de 1923, cuando Adolfo de la Huerta, colaborador del entonces presidente y general Álvaro Obregón, con el apoyo del abogado Jorge Prieto Laurence y de un grupo de militares, se lanzó a la aventura para ocupar la Presidencia de México, causando la intranquilidad en muchos hogares mexicanos, se indica en el libro.

A Yucatán llegó por la deslealtad de los coroneles Juan Ricárdez Broca (quien fue gobernador de 1923 a 1924) y Hermenegildo Rodríguez, quienes habían protestado lealtad al gobernador Felipe Carrillo Puerto.

Cuando la rebelión estalló en Veracruz en diciembre de 1923, los militares de Yucatán se rebelaron y Carrillo Puerto trató de huir a Cuba. Ricárdez y Rodríguez ordenaron capturarlo, lo que se hizo en la isla de Holbox, y fusilarlo, el 3 de enero de 1924 en el Cementerio General de Mérida.

Tras el fusilamiento de Carrillo Puerto y sus colaboradores, las persecuciones llegaron a Progreso.

Los directivos de la Liga “Francisco I. Madero”, como Guillermo Romero Marrufo y Eduardo Máudegui, fueron encarcelados en la Penitenciaría Juárez el 20 de marzo de 1924.

Los ataques a los directivos de los incipientes sindicatos de esa época fueron ordenados por el capitán Fermín González, jefe del destacamento militar en Progreso.

Antes de la cuádruple ejecución se le consideraba respetuoso, pero después se le tildó de sanguinario. En su libro, Rómulo Aguilar refiere que Fermín González, con tal de lucirse ante sus superiores como elemento útil y atemorizar a los habitantes de Progreso, eligió el sábado 22 de marzo de 1924, considerado ese año como el día más triste desde la fundación de la ciudad.

El historiador relata que Fermín González, al frente de una partida de soldados, detuvo a Francisco Morales Gollez, Piedad Luna, Cecilio Pérez y Luis Zavala.

Los condujo al cementerio, que se ubicaba en la calle 98 con 31 y era los límites de la ciudad, y los ahorcó en los pinos que estaban a un lado del pórtico del camposanto.

El delito

“Los sacrificados no tuvieron más delito que el de sentir con la causa del trabajador ultrajado en sus organizaciones y en sus personas, ellos en forma viril elevaron sus protestas pero fueron acallados por las bayonetas”, asienta Aguilar Escamilla.

Cuando asesinaron a los cuatro progreseños se iniciaba la época del sindicalismo en el puerto y Fermín González, cumpliendo las órdenes de los enemigos de los sindicatos, desde las 6 a.m. se instalaba en la entrada del muelle y elegía a quienes laborarían en la carga y descarga de barcos, quienes tenían que darle dinero, lo que denunciaron sus víctimas.

Los Mártires de Progreso

Francisco Morales Gollez, originario de Islas Canarias, España; trabajaba en una casa consignataria de buques, fue socio fundador de la liga de empleados “Benito Juárez”, a la que se le puso su nombre después de su muerte y ya no existe. Luego, a una antigua logia masónica, de la que fue parte, la denominaron “Francisco Morales G”.

Piedad Luna fue un modesto trabajador, líder del movimiento sindicalista y socio fundador de la Sociedad de Trabajadores Terrestres “José María Pino Suárez”, que después en su memoria se llamó “Piedad Luna”. Tampoco existe.

Cecilio Pérez fue integrante de Plataformeros de Progreso y uno de los trabajadores que protestaron por los atropellos que sufrían sus compañeros.

Luis Zavala fue policía municipal y se identificaba con los obreros sindicalizados. No figuraba entre los elegidos por Fermín González, pero, enterado de los planes del militar, alertó a líderes sindicales y pagó con su vida ese acto de valentía.

Los sindicatos que hoy existen en Progreso no se acuerdan de la lucha de los líderes sindicales de hace casi un siglo.

Las agrupaciones que funcionaban cuando fueron ahorcados los Mártires de Progreso ya no existen.

Se formaron con la actividad marítima y portuaria y desaparecieron con los años por la privatización de esas actividades, la liquidación de la empresa Servicios Portuarios de Progreso y la concesión de terminales especializadas.

Narrativa del crimen

“A las 5 de la tarde de hoy un piquete de soldados del 18o. Batallón condujo al pórtico del cementerio, donde fueron ahorcados, a los siguientes señores: Cecilio Pérez, plataformero; Piedad Luna, componente (socio) de la Liga de ‘Trabajadores Terrestres’; Luis Zavala, agente de policía, y Francisco Morales (Gollez), alto empleado de la Cía de Transportes, vocal del Concejo Municipal y delegado en este puerto de la Beneficencia Española”.

Ese fue el primer reporte del corresponsal de Revista Yucatán, antecesora del Diario, sobre la cuádruple ejecución de los hoy Mártires de Progreso perpetrada el sábado 22 de marzo de 1924.

“Un gentío inmenso ha desfilado ante los cadáveres”, indicó, de quienes fueron detenidos el mismo sábado, unos en la mañana y otros al mediodía.

“Dispuso la ejecución el jefe del Destacamento, capitán Fermín González, supónese que por orden superior. No se sabe el motivo a ciencia cierta”, anotó.

“Se encuentra en este puerto el coronel (Luis G.) Estrada, jefe del 18o. Batallón, quien practicó varias diligencias con los presos”.

Poco después de las 7 de la noche del mismo sábado, el corresponsal informó que González y Estrada “acababan de salir de Progreso en auto de vía” hacia Mérida.

Igual reportó que el cadáver de Morales Gollez fue entregado a sus deudos.

Informó que en el tren que salió de Progreso a las 5:30 de la tarde viajaron a Mérida los cuatro integrantes del Consejo Municipal para presentar sus renuncias al entonces gobernador y comandante militar del Estado (general Juan Ricardez Broca).

Él mismo se puso la soga al cuello, mientras los niños miraban expectantes

Ante la multitud concentrada, entre ellos centenares de niños que salían de clases, González indicó dónde debían ser ahorcados los presos, lo que hicieron los soldados con ayuda de un caballo de la comandancia de la Policía que tiró de las cuerdas.

El primer ahorcado fue Zavala, quien según testigos murió con valentía, él mismo se puso la soga al cuello. Los otros tres afrontaron su suerte resignados.

Por la ejecución de uno de sus integrantes, los cuatro restantes elementos del Concejo renunciaron.

El domingo 23, unas 2 mil personas asistieron a los funerales y, como señal de duelo, se suspendieron la serenata y el espectáculo nocturnos en el parque principal de Progreso. (Fuente: Diario de Yucatán)

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