Venezuela está pasando actualmente por la peor crisis económica, humanitaria y sanitaria de toda su historia. La falta de recursos básicos y bienes de primera necesidad así como el aumento de la pobreza y la división del país como motivo del conflicto entre Nicolás Maduro y Juan Guaidó, ha desencadenado una ola de violencia a lo largo del país entre los partidarios de ambos dirigentes políticos. El apoyo de la mayor parte de la comunidad internacional al segundo de ellos no ha hecho más que complicar la difícil situación con el resto de países latinoamericanos, sobre todo aquellos que con los que colindan en las fronteras.
De hecho, cerca de 5.000 venezolanos abandonan sus hogares para buscar una mejor situación personal así como refugio en los países colindantes, tales como Colombia. Además, la posición y los actos de Maduro contra los camiones de ayuda humanitaria enviados por todo tipo de países han puesto en jaque al país venezolano. Tras estas acciones, varios países encabezados por Estados Unidos han pedido el uso de la fuerza militar en Venezuela con el objetivo de controlar la situación.
No obstante, aún existen políticos que creen que la única solución para frenar el conflicto sin necesidad de llamar a las armas es el diálogo. De hecho, el pasado febrero, el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador abogó durante la primera reunión del Grupo Internacional de Contacto sobre Venezuela por la creación de un mecanismo para facilitar un diálogo pacífico entre las fuerzas políticas del país. Incluso ofreció a México como escenario idóneo para llevar a cabo estos diálogos de paz entre los enfrentados políticos venezolanos.
Fue en el mismo mes de febrero cuando Andrés Manuel López Obrador pidió a Maduro que no se dejase llevar y evitara por cualquier medio el uso de la fuerza contra sus ciudadanos. Posición que aún mantiene a día de hoy. Esta intención de promover un acuerdo de paz entre ambas partes parece basarse en los principios de intervención y autodeterminación de los pueblos estipulados en la Constitución mexicana. De ese modo, las autoridades mexicanas son de las pocas que todavía prefieren no pronunciarse acerca de la legitimidad de la presidencia venezolana.
La postura adoptada por México en este asunto parece haber dividido a la opinión internacional pues, mientras algunos consideran que puede ser el jugador clave para hallar una salida pacífica, otros como el Partido Acción Nacional consideran que el país debe llevar a cabo una política más pro activa y unirse al resto de países en el reconocimiento de Juan Guaidó como presidente encargado. Del mismo modo, este partido manifiesta que México debería contribuir a la entrada de toda la ayuda humanitaria posible a través de sus fronteras, reivindicándose como el referente que siempre ha sido de cara a los demás países de Latinoamérica.
No obstante, parece ser que México está estrechando lazos con la Venezuela de Maduro. Según se comenta, el pasado 20 de marzo la petrolera Pemex recibió un cargamento de crudo propiedad de Petróleos de Venezuela. Aunque a día se desconoce la cantidad exacta, la capacidad máxima del buque “Sandino” es de casi 60.000 toneladas de petróleo, es decir, 490.000 barriles. Esta compra supone un punto de inflexión para el gobierno de Nicolás Maduro, cuyo cliente principal siempre ha sido Estados Unidos. Sin embargo, tras el veto del país americano a productos venezolanos, es de suponer que Maduro busque nuevos clientes. (Especial)