Por Francisco J. Rosado May
fjrmay@hotmail.com
En esta época de un nuevo sexenio, diversos foros se están llevando a cabo en todo el país para construir los nuevos planes de desarrollo. Uno de ellos, relacionado con ciencia y tecnología, se llevó a cabo en Chetumal el pasado 25 de marzo. Como era de esperarse, el tema de la vinculación de la ciencia y tecnología con el sector empresarial fue importante.
Desde hace varios decenios ha estado la demanda, e incluso incorporado en normatividad federal, que el 1.0% del PIB se destine a desarrollar ciencia y tecnología. No se ha logrado, seguimos en el 0.05% todavía, muy lejos del 2.30% del PIB en promedio que invierten los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico. En México tenemos 1.2 investigadores por cada mil habitantes empleados (sin tener claridad en su calidad), mientras que en la OCDE el número es de 7.4. Y así sucesivamente con otros indicadores, no estamos bien como país en materia de investigación científica/tecnológica.
Países con mejores indicadores y desarrollo científico y tecnológico ha apostado a desarrollar esquemas eficaces de vinculación, ¿Qué pasa en nuestro país? Voy a arriesgar como hipótesis que no tenemos un buen modelo de vinculación porque el que tenemos descansa en premisas que debemos revisar.
Primera premisa. Se habla de una “triple hélice” cuando se identifican los integrantes en un proceso de vinculación: Gobierno-Academia-Empresa. Adicionalmente el modelo implícitamente tiene un proceso unidireccional, el que sabe (academia), recibe recursos del gobierno y se atienden problemáticas de las empresas. ¿Y la sociedad apá? La vinculación con la sociedad no solo incorpora una dinámica diferente a la vinculación, sino que abre espacios de retroalimentación al conocimiento. Imaginemos que la ciencia y tecnología también atendiera problemáticas sociales y fuese sensible a desarrollar metodologías para resolver problemas tomando en cuenta los saberes indígenas, probados por cientos de años. Otro escenario tendríamos en México.
Segunda premisa. El paradigma de investigación que sigue la mayoría de las instituciones dirige su mirada hacia temas que consideran de frontera. Por ejemplo, biotecnología, internet de las cosas, medicina a distancia, energías alternativas. Hay científicos que presumen que su investigación es de frontera mundial. Sin descuidar la importancia de los temas de frontera, ¿qué evidencia tenemos de que esos esfuerzos de investigación son los únicos o mas importantes que hay que atender a nivel nacional? Los retos de desarrollo que tiene la población mayoritariamente pobre, en México, no necesariamente se atienden con investigaciones de frontera. La vinculación de la investigación científica y tecnológica debe voltear la mirada hacia demandas mas terrenales para que muchas, demasiadas, comunidades puedan incorporarse a un desarrollo acorde con sus culturas.
Tercera Premisa. El único conocimiento válido, en procesos de vinculación, es el científico. Esta premisa tiene dos grandes problemas. El primero es que, salvo un grupo mínimo de élite científica, la mayoría de los académicos mexicanos no puede crear nueva ciencia y tecnología no solo porque no tiene el equipamiento, infraestructura, tiempo y recursos, sino porque su entrenamiento científico occidental no tiene posibilidades de éxito amplio ante el entrenamiento científico de académicos de países como Europa, Estados Unidos, Japón, entre otros. El segundo gran problema, asociado con el primero, es el menosprecio al conocimiento tradicional, a los saberes de los pueblos originarios, aun cuando en la práctica han demostrado su valía por cientos de años. La formación académico-científica en México no debe enfocarse solo a la producción científica bajo el formato del método científico occidental; al hacerlo sin la infraestructura y entrenamiento debidos de entrada estamos en gran desventaja (condiciones para crear refritos, no innovación ni mucho menos nuevo conocimiento científico). Voltear la mirada a los saberes tradicionales y desarrollar métodos y conceptos que los rescate y potencialicen, obligaría a desarrollar ejercicios de análisis y síntesis propios de una escuela que podemos llamar mexicana.
NOTA: Es interesante que en español entendemos y aplicamos el concepto de síntesis como un sinónimo de resumen. No es lo mismo en otros idiomas, como el inglés. El origen del concepto de síntesis es como una abstracción de la esencia de un proceso de investigación (cualitativa, cuantitativa, teórica, práctica, o sus combinaciones); el resultado de la abstracción es la creación de teorías y leyes científicas.
RECOMENDACIÓN: Si la vinculación de la ciencia y tecnología es vital para crecer en la inversión pública para investigación y desarrollo, es tiempo de revisar nuestras premisas y el uso de nuestro lenguaje en la formación de los presentes y futuros científicos, tecnólogos y humanistas.