Hoy es el cierre oficial de las campañas de un poco emocionante proceso electoral para renovar la Legislatura local.
Pero, la principal preocupación es el alto, muy alto abstencionismo que se espera y que se debería, entre otros factores, a que una elección de diputados locales no precisamente incentiva a los ciudadanos a salir masivamente a votar.
En elecciones solo de diputados federales la votación ha sido bajísima. En la más reciente, la de 2015, la participación fue del 35 por ciento y con todo que Roberto Borge se aplicó en serio de cara a su sucesión.
Es de esperarse que la participación sea menor a ese 35 por ciento de 2015.
El panorama es sombrío, en una democracia como la de Quintana Roo, que simplemente sigue en proceso de aprendizaje.