En tiempos de incertidumbre las materias primas siempre han actuado como valor refugio (o al menos algunas de ellas, como el oro) donde por lo menos tener cierta seguridad de que nuestros ahorros no van a perder valor, porque en un mundo en el que el dinero no deja más huella en la realidad que los unos y ceros del lenguaje binario con el que se tejen nuestras cuentas bancarias, siempre resulta atractivo un producto más tangible, como puede ser el oro.
Además de eso no debemos olvidar que las materias primas son la base en la cual se asienta la economía mundial y las relaciones entre estados o entre entidades supranacionales.
Las materias primas en el presente
Aunque las materias primas abarcan cualquier bien que extraemos en bruto de la naturaleza (petróleo, agua potable, oro, coltán, trigo…) no todas tienen la misma importancia en las agendas políticas de las cancillerías del mundo.
Si en el pasado el control de las plantaciones de azúcar del Caribe dio lugar a guerras comerciales y convencionales, flujos de población (voluntarios mediante la migración o involuntarios mediante la esclavitud), y, en definitiva, el nacimiento de estados nuevos y el hundimiento de viejos imperios, hoy son otras materias primas como el petróleo las que actúan a modo de, nunca mejor dicho, combustible de la Historia.
Los motivos de los vaivenes en el precio del petróleo son muchísimos: la controvertida guerra de Irak, el perfeccionamiento de técnicas de extracción de crudo antes demasiado caras para ser rentables, como el fracking, las políticas contra el cambio climático propuestas por el Panel Intergubernamental o un largo etcétera de variantes de mil tipos, todo influye en el precio del barril de petróleo. Y lo mismo pasa con el resto de las materias primas, condicionan y a la vez son reguladas por un mercado internacional descentralizado que conforma el eje principal entorno al cual se articula el PIB mundial.
A pesar de que el comercio internacional y la globalización sean grandes desconocidos para mucha gente, lo cierto es que el mercadeo de materias primas tiene un efecto muy beneficioso en la política internacional, pues es bien sabido que “cuando las mercancías dejan de cruzar las fronteras lo hacen los ejércitos”. Y ejemplos de buena vecindad cimentada en la prosperidad mutua mediante el comercio no nos faltan, si no baste ver lo bien que ha venido la venta de gas a Egipto por parte de Israel y el acuerdo para continuar exportando durante la próxima década por valor de unos 15.000 millones de dólares, para convertir en inmejorables las relaciones ente dos países que se enfrentaron en varias guerras el pasado siglo XX.
Pero no solo los Estados toman parte en el mercado de materias primas, ya que al igual que el mercado de divisas, el mercado de materias primas es muy popular entre los inversores de todo el mundo, no en vano probablemente las bolsas de valores primigenias, si es que podemos llamarlas así, nacieron con la especulación sobre el valor de bienes tales como el estaño traído desde Britania y que se aleaba en el cosmopolita Mediterráneo para obtener cobre, y del cual los mercaderes cartagineses obtenían pingues beneficios, o la ruina total si los trirremes cargados de mineral era tragados por las aguas del Atlántico.
Materias primas y la geopolítica del futuro
El transcurso del siglo XXI ha traído nuevas oportunidades comerciales, algunas por el avance de la legislación, suavizando las prohibiciones que se generalizaron a lo largo del pasado siglo, como en el caso de la marihuana, u otras de la mano de la negligencia humana a la hora de habitar nuestro planeta, como puede ser el mercado del CO2, uno de los productos de deshecho principales de la actividad industrial moderna (Actualmente alcanza las 405,5 partículas por millón en la atmósfera según mediciones de la Organización Meteorológica Mundial).
Puede que le sorprenda enterarse de que la marihuana es un mercado en auge, de hecho, cada vez son más los países que permiten su consumo con mayores o menores restricciones, terapéutico en algunos Estados de la Unión, recreativo en los Países Bajos o Canadá, primer miembro del flamante G20 que ha legalizado totalmente el libre uso de la marihuana desde el 17 de Octubre del 2018.
Y si les ha sorprendido lo de la marihuana quizás les sorprenda aún más la existencia de un más que pujante mercado del CO2. Este producto de desecho se ha convertido en un importante valor comercial ya que cada país cuenta con una cuota de contaminación previamente acordada, y, de no alcanzar el límite máximo, un país bien puede vender su cuota sobrante a otro menos eficientes a la hora de reducir sus emisiones contaminantes a través del Régimen de Comercio de Derechos de Emisión, lo que de facto convierte el derecho a contaminar en un producto “exportable” más.
En teoría, el derecho a vender la cuota sobrante hará que países y empresas se esfuercen en implementar tecnologías renovables y más eficientes, aunque tan solo sea para tener un excedente de cuota y pasar de ser compradores a vendedores. (Noticaribe)