CIUDAD DE MÉXICO, MX.- Si el averno existe y tiene puertas, una de ellas está el número 203 del complejo Grand Tower, de la colonia Granada, alcaldía Miguel Hidalgo, Ciudad de México, publicó infobae.com.

En ese lugar vivía Laura Cristina, de 31 años, una joven colombiana que llegó a México en 2018 para trabajar como escort.

Laura Cristina conocía bien esta ciudad: durante un año vivió en una de las zonas más exclusivas de la capital del país. En su Twitter @PolancoKhaterin VIP se puede leer: “Recuerda 1,500 la hora en mi depa en Polanco. Por cada 5 servicios el 6 es gratis”.

A diferencia de otras escort, a las que la vida les había inculcado una patalógica desconfianza en las personas, Laura no tenía el menor reparo de hablar con sus vecinos y abrir su hogar para los clientes.

Quienes la conocían la describen como una mujer guapa, expresiva e inteligente, con un dejo de inocencia que aún no se rompía.

En una mañana atípica, el pasado martes, su empleada de limpieza la encontró en el suelo de su departamento desangrada y con un duro golpe en la cabeza.

Aunque Laura Cristina estaba preparada para todo, no lo estaba para una sola cosa: la muerte.

Era muy humana y educada

En el negocio de la prostitución en México, se vive de todo, y en muchas ocasiones no se sabe que hay detrás de la puerta.

Aunque el aumento de asesinatos de mujeres que ofrecen compañía, ha puesto en alerta a las féminas sobre lo peligroso del trabajo, aún así deciden continuar.

El asesinato de Laura Cristina es uno de los más de 470 feminicidios que se han producido en México, en lo que va del 2019, país en el que se registra 10 homicidios por día.

Del fenómeno que se ha vuelto cotiadiano y alarmante, el gobierno no ha tomado medidas al respecto.

El pasado 15 de mayo, se dio a conocer el homicidio de la ex reina de belleza uruguaya, Fatimih Dávila, de 31 años, quien el pasado 2 de mayo fue hallada muerta en un domicilio de la colonia Nápoles, alcaldía Benito Juárez, CDMX.

Aunque los reportes preliminares habían dado a conocer que la modelo se encontraba hospedada en un hotel desde el pasado 23 de abril, en espera de una entrevista de trabajo, la Procuraduría General de Justicia capitalina anunció que el inmueble donde se encontraba el cadáver de la extranjera era en realidad una casa de citas.

Zona Divas: el negocio sexual que dejó desaparecidas a extranjeras

Kenni Mireya Finol, de 26 años, llegó a Ciudad de México huyendo de la pobreza y la violencia de Venezuela. Pero allí, en su nuevo destino, encontró la muerte a manos de un sicario con quien había mantenido una relación tormentosa. Conocida como La Muñequita de Vitrina, Kenni soñaba con ser como Paris Hilton. Pero nunca lo lograría.

Por las urgencias económicas que atravesaba su familia, debió abandonar en su Maracaibo natal sus estudios en Comunicación Social. Fue entonces que pensó en emigrar y dedicarse a otra cosa. En 2015, ya radicada en México y sabiendo de su belleza, pensó que podría ayudar a su familia desde allí anotándose en un sitio de damas de compañía. La prostitución fue, pues, su fuente de ingresos.

Se enroló en un sitio conocido como Zona Divas desde donde consiguió bastante dinero. El suficiente como para vivir bien y poder enviarle unos ahorros a su familia necesitada en Venezuela. Ese servicio de escort sería su perdición.

Nacida en un barrio pobre de Maracaibo, Kenni siempre vivió rodeada de malandros. Siempre se sintió atraída por los rateros de baja monta. Pero no más que ello. Detestaba a los sicarios. Hasta que en México comenzó a salir con uno de ellos. Uno de los más peligrosos de una reconocida banda de las afueras de la ciudad.

Lo conoció en una fiestas, de acuerdo a la información suministrada por el diario El Universal. Y a partir de allí entablaron una relación de noviazgo. Su novio era conocido con el alias El Pozoles. Pero al principio, Kenni no sabía quién era ni a qué se dedicaba. Hasta que lo vio matar frente a ella. Brayan Mauricio González pertenecía a la banda criminal La Unión Tepito.

“Qué tal que un día me topo a un güey bien loco y no regreso”

Fue en abril de 2017 cuando la joven sintió que su vida peligraba a su lado. Que no estaba cómoda y que la violencia aumentaba. Fue entonces que grabó su primer video en el que revelaba que estaba saliendo con él, con El Pozole.

Hacia finales de septiembre de 2017, la relación entre Kenni y el sicario llegó a su fin. “Él mata por hobby, ni porque le paguen. Viví con él y varias veces mató por nada en mi cara”, reveló en otro video.

En octubre fue el primer aviso violento: el delincuente y cinco de sus secuaces secuestraron por unas horas a Kenni y a una de sus amigas. Las golpearon con furia. Le fracturaron el brazo, la cara estaba hinchada por los golpes. Horas después la dejaron en su vivienda. Apenas podía moverse. Fue allí cuando rogó por su vida.

“Ya yo me mandé a bajar de todo de la página para que vea, ahí. Me abriste como un hueco horrible. Mírame todo. Estoy demasiado inflamada. Espérate que se me pase un poquito para yo movilizarme”. Le estaba suplicando por un poco de tiempo para poder huir y volver a Venezuela.

Pero la obsesión de El Pozoles por la venezolana no terminó. La siguió buscando continuamente y le exigía que se apartara de su profesión. No quería que estuviera más en Zona Divas. Le ordenó que abandonara el país, y allí fue su primera amenaza: “Maldita, te voy a matar”. “No quería que putee más”, reveló la joven en otra grabación que subía a las redes sociales.

Sin embargo, todo cambió para peor cuando González comenzó a vincularse con otra mujer de ese sitio de escorts y amiga de Kenni. Se trataba de Karen Ailen Gradzniski, argentina. El sicario le ordenaba que le informara si su ex publicaba nuevamente para conseguir clientes.

Pero dos días después de Navidad, el cuerpo de Karen fue hallado sin vida con un disparo en la cabeza en el Hotel Pasadena. Kenni no dudó un instante: había sido El Pozole. Y ahora temía más que nunca por su vida. Antes había advertido a quien había sido su amiga: “No te confíes de nadie. Haceme caso”.

“Él la mató en el mismo Pasadena. Le dio un tiro y me llamó. Me dijo: ‘mira, maté a Karen’… ¡Ese hombre acababa de matar a Karen y me va a matar a mí!”, fue otra de las grabaciones de Kenni. La amenaza contra la venezolana no tardó. Y fue directa: “Las maté a todas. Bueno, solo es tu aviso. Ese es mi primer objetivo que te había dicho. Ahorita sí, agárrese. Que en Oxxo donde la vea mal parada, la mato”.

El 25 de febrero, Kenni finalmente fue asesinada. Su cuerpo había sido abandonado en una calle frente a la escuela Colonia Casa Nueva de Ecatepec torturado. La autopsia reveló que incluso le habían arrojado ácido en su rostro. Murió asfixiada.

Zona Divas se alimentó, al menos desde 2010 de ese miedo que le callaba la bocas a las escort. Una carpeta de la Fiscalía Especial para Delitos de Violencia contra las Mujeres y Trata de Personas en 2018, calcula que unas 16 extranjera habrían sido asesinadas o están desaparecidas.

Hoy, el portal de prostitución está fuera de circulación. Pero no del negocio. Distintas páginas relacionadas con esa red virtual de mujeres secuestradas siguen abiertas. Ahora mismo, las autoridades sospechan que hay una maquinaria criminal bien aceitada que sigue trayendo mujeres extranjeras a México para el trabajo de escorts en páginas de internet.

Como Kenni, Karen, y Fatimih, hay mujeres que salen de su casa porque no quieren que la crisis económica las mate. En su lugar, las mata la crisis de la violencia en México. (Fuente: infobae.com)

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