CANCÚN, MX.- El abogado egresado de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Hugo González Reyes, trae a la memoria los hechos ocurridos la noche del 2 de octubre de 1968, que le tocó vivir cuando tenía 17 años de edad y era alumno de primer semestre de la Escuela Nacional Preparatoria Número 6 de la UNAM, en Coyoacán, Ciudad de México.

A 51 años de la masacre de Tlatelolco, el abogado recordó que todo inició por un pleito estudiantil, entre alumnos de la vocacional del Instituto Politécnico Nacional (IPN) número 2 y de estudiantes de la preparatoria particular Isaac Ochoterena, incorporada a la UNAM.

“Ante los movimientos sociales de aquellos años (1965-1968) en Europa y otros países, se afirmaba la infiltración de la desaparecida URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas) y Cuba en asuntos de nuestro país, lo cual compartía la iglesia católica”, dice meditabundo el abogado.

En ese entonces solo era rumor, pero ahora ya se sabe que en el gobierno federal de Gustavo Díaz Ordaz Bolaños (1964-1970) había dos grupos, el primero llamado “Los Duros”, encabezado por el secretario de Gobierno, Luis Echeverría Álvarez; y “Los Blandos”, que encabezaba el Secretario de salubridad, Alfonso Martínez Manatou. Lógicamente, se impuso la opinión del secretario de Gobierno de aquel entonces para que se actuara contra los estudiantes en la Plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco, donde se utilizó al General del Ejército, Marcelino García Barragán, quien era el secretario de la Defensa Nacional (Sedena).

“Perpetraron la matanza de Tlatelolco metiendo a la cárcel a estudiantes, líderes de la UNAM e IPN y matando a más de 600, tiraron sus cuerpos al mar del Golfo de México. Fueron tiempos de terror, de represión al derecho de reunión y libertad de expresión”, expresó con impotencia el abogado de casi 70 años de edad.

Toma fuerza para evocar a la justicia y con énfasis dice: “yo espero no se repita nunca un episodio del cual no se hizo jamás justicia y vimos a activistas como Rosario Ibarra de Piedra perder a su hijo y muchos líderes aplastados como Raúl Álvarez Garín, por mencionar a dos”.

El sentimiento lo embarga y con palabras entrecortadas dice que no poder más, pero termina al comentar que las autoridades vieron en el Movimiento Estudiantil del 68, un riesgo para la realización de las Olimpiadas de ese mismo año y donde México era sede; “quizá por eso nos quisieron callar”. (Agencia SIM)

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