Por Javier Chumacero

TULUM, MX.- Erika tiene 12 años y quiere ser psicóloga. Su hermano Carlitos juega con su loro “Pancho”, mientras su mamá Maximiliana termina unos manteles. Enfrente, Eladia cuida a dos hijas especiales, Karina y María Bernarda. A su nieta Esmeralda le gusta dibujar. Es Chanchén 1.

A 60 minutos de las playas y 30 de la zona arqueológica de Cobá, se encuentra esta comunidad. La mayoría de la población trabaja en la cabecera municipal o en el campo. El nombre no se encuentra en Google y tampoco hay señal para los teléfonos celulares.

Ya pasaron las posadas pero no es pretexto para dar regalos y armar una fiesta con todo y payasitos. Rodando con Causa consiguió patrocinadores y todo está listo para la pachanga y unas clases de yoga, dibujo, ajedrez y patineta.

“My name is Erika”

Es una casa con su palapa. Como casi todas en este lugar, en el que el tiempo pareciera transcurre más lentamente. Maximiliana tiene su máquina Singer, con la que hace vestidos, que vende un día a la semana en un local en Tulum.

“Erika se sentía abrumada aquí. Hacía la tarea y luego nada. Ahora no para. Que si el voleibol, que si canta la de Cielito Lindo o Amor Eterno y también quiere aprender a tocar la flauta. Las clases de yoga le han ayudado mucho”, comenta de su hija.

Y es que antes, no me apoyaba con las tareas domésticas, cuenta, y estaba triste. A su lado, pasan dos perros de buen tamaño. Su hijo Carlitos dice el loro “Pancho”, sabe chiflar e insultar.

La pequeña dice que le gusta la honestidad y por eso quiere ser psicóloga. Ahora colabora en la elaboración de vestidos, huipiles, blusas y pantalones, que son el sustento familiar.

“Ahora María Bernarda ya sabe mover sus manos”

Eladia tiene mucha chamba. Cocina y junto con su hija Imelda (mamá de Esmeralda) cuida de Karina (27 años) y María Bernarda (16 años). Ambas son especiales. La primera sonríe en todo momento. Saluda y abraza al prójimo y carga a cuanto bebé se le cruza en el camino. La segunda es totalmente dependiente.

Hablan maya y entienden el español. “María Bernarda ya pinta y mueve mejor sus manos. Esas clases le han servido mucho. Antes sólo arrancaba las hojas de la libreta”, refiere su hermana Imelda mientras enseña una dibujo.

Mi esposo me quería llevar a Felipe Carrillo Puerto, porque es de ahí. Le dije que no podía, porque debía de estar con mi mamá y mis hermanas. Se lo pensó y sigue con nosotras, relata Imelda, quien confiesa que Karina debe usar pañales, por cuando se emociona se hace pis.

La comida está lista en la pequeña parrilla. Hora de darle de comer a María Bernarda.

¿Saben que es el Alfil?

La diversión debe tener un mensaje. Lo tienen claro en Rodando con Causa. Sergio es profesor de ajedrez desde hace 19 años y quiere compartir sus conocimientos. Primero hace ejercicios musculares con niñas y niños, y luego les enseña los movimientos de la Torre y el Alfil.

En el patio de la escuelita, José Juan, practicante de deportes extremos, muestra a los infantes a cómo subirse y maniobrar una patineta. Para muchos, es la primera vez que lo hacen. La emoción provoca que se disputen los lugares.

Los pequeños pasan de estar medio sentados en las sillas, a estar sobre una lona, escuchando música relajante junto con la voz de Brenda, quien les habla de un árbol mágico en un bosque mágico. Sus ojos están cerrados e imaginan volar. Otro voluntario, el fotógrafo César Cuervo capta todas las imágenes posibles.

Es el yoga en Chanchén 1. (Noticaribe)

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