ESTADOS UNIDOS, MX.- Cuando tenía 7 años, el mexicoamericano Brandon Lee Figueroa quería ser como su padre y su hermano mayor: un boxeador. Sin embargo, su papá no le veía condiciones físicas para poder aguantar los golpes de una pelea, publicó infobae.com.
“Mi papá no creía mucho en mí porque estaba bien flaco y bien chiquito, pero de poco en poquito le estaba enseñando que yo tenía pasión por este deporte y que me gustaban los trancazos”, explicó el pugilista en una entrevista con Pablo Biaggui en su programa La Red Hispana.
Sin embargo, Brandon quería cumplir su sueño y se propuso una meta muy grande desde sus niñez. Dejó de ir a fiestas de cumpleaños con sus amigos, a celebraciones familiares; sacrificó su niñez para convertirse en un gran boxeador.
“Desde que tenía 7 años casi no iba a fiestas de cumpleaños, no tuve esa juventud de niños que iba a jugar. Yo sé que es un sacrificio, pero también sé es un beneficio”, argumentó el joven.
Su padre, al ver que tenía dedicación y pasión en el cuadrilátero, lo metió a un torneo a los 8 años. Contra todo pronóstico, el escuálido peleador venció a todos sus rivales y se coronó campeón en aquella competencia.
Hoy, a sus 22 años y como profesional, tiene una racha envidiable dentro de la categoría Supergallo: 20 peleas ganadas, 15 por nocaut, tiene un empate y no ha perdido en ninguna ocasión. Además, actualmente es el campeón mundial secundario junior de su peso de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB).
“Mi mamá siempre fue más exigente que mi papá. Ella me forjó el carácter de boxeador, de guerrero, de nunca rendirme. No sé, los dos hicieron un guerrero mentalmente y físicamente”, aseguró el campeón. Asimismo, agregó que “los dos están aquí conmigo, siempre apoyándome, en cada paso que doy”.
Por esa gran enseñanza que sus padres, Figueroa quiere ser una inspiración para los más chicos. “(Quiero ser) algo para inspirar a los niños para decirles que no importa de dónde vienes, sino que le eches ganas, pasión, amor y hambre para llegar a donde tú quieras”, indicó.
A su corta edad, ya puede ser un ejemplo como él quiere, pues su sueño de pelear en el en el MGM Grand Garden Arena, en un pago por evento, ya lo alcanzó. El 22 de noviembre del año pasado se enfrentó a al mexicano Julio Ceja en el respaldo de la cartelera que encabezaron Deontay Wilder y Luis Ortiz en Las Vegas.
La noche de aquel sábado fue dura. El combate fue difícil y agotador, pues llegó hasta la decisión de los jueces. En su primera defensa del título, Figueroa empató en las tarjetas contra su contrincante, en el que la juez Lisa Giampa vio ganar 116-112 al mexicano Ceja, mientras que Glen Trowbridge vio ganar al texano Figueroa por 115-113, y Don Trella les dio 114-114 a cada uno.
Ahora que ya cumplió su sueño, el peleador va por más logros. Sin embargo, sabe que en el boxeo nada es para siempre. Por ello, tiene un plan B para que pueda seguir creciendo, aunque sea en otro ámbito alejado de los guantes.
“Mi mente está en el box, pero, si no funciona, quiero ser un actor, a hacer algo en Hollywood”, aclaró.
Y es que no le dicen El Rompecorazones por nada, pues, además de tener una gran pegada, el joven tiene un gran atractivo. De hecho, “en el periodo amateur, tenía el pelo más negro, los ojos más azules y la piel más blanca. Entonces, en el estadio donde peleaba había una sección de niñas y cada vez que entraba me decían ‘ay, El Rompecorazones ya vino’ y me aplaudían”, contó en un entrevista en el programa El Nuevo Día de Telemundo.
Sea cual sea el camino de Figueroa, con su dedicación y esfuerzo, conseguirá cualquier cosa que se proponga. Ya sea vencer a sus rivales con los puños o convertirse en el próximo Brad Pitt. (Fuente: infobae.com)