Agencia Reforma
NUEVA YORK, MX.- Los planes eran tan amplios como escalofriantes: “descarrilar algunos trenes, matar a algunas personas y envenenar algunos suministros de agua”.
Dichas órdenes, que buscaban desencadenar una nueva guerra racial, fueron hechas por parte de un miembro de la “Base”, un grupo supremacista blanco en Estados Unidos que ha sido objeto de un intenso escrutinio en medio de una serie de arrestos recientes.
Agentes federales se abalanzaron la semana pasada contra siete miembros de la organización, quienes planeaban realizar ataques en la manifestación a favor de las armas que se llevó a cabo en Richmond, Virginia, el lunes.
Por su parte, tres integrantes de una célula en Maryland afiliados al grupo también planearon ataques en la marcha, con el fin de provocar una violencia que conduciría a la creación de un “etnoestado blanco” -en el que cada raza vive en una nación separada- dijeron funcionarios policiales. Además, confirmaron sus arrestos.
Las detenciones para evitar la violencia en Richmond y Georgia se realizaron por una larga investigación del FBI, que involucró al menos a un agente encubierto, así como un dispositivo de grabación oculto y una cámara de video dentro de un departamento de Delaware.
“(Los acusados) hicieron más que hablar. Tomaron medidas para actuar violentamente en sus puntos de vista racistas”, señaló Robert Hur, el abogado de Maryland, después de una audiencia de detención el miércoles en un tribunal federal en Greenbelt.
Los detalles que surgieron en la Corte y en documentos de casos activos en otros tres Estados -Georgia, Wisconsin y Nueva Jersey- revelaron una nueva e inquietante cara de la supremacía blanca.
La “Base”, según las autoridades, es una amenaza en expansión.
“Tenemos un aumento significativo en el extremismo violento por motivos raciales en Estados Unidos y, creo, un aumento creciente en el nacionalismo blanco y los movimientos extremistas de supremacía blanca”, mencionó el jefe de Seguridad Nacional del FBI, Jay Tabb.
Los expertos que han estudiado a la “Base”, que se formó alrededor de julio de 2018, sostienen que ésta parece haber seguido el modelo de Al Qaeda y otros grupos islámicos violentos al trabajar para radicalizar células independientes.
El objetivo de la organización supremacista blanca, según investigadores, es acelerar el colapso de Estados Unidos y dar lugar a un estado propio en el noroeste del Pacífico al matar a las minorías, en particular a los afroamericanos y los judíos.
En los últimos años, el fundador de la “Base”, que usa los nombres Norman Spear y Roman Wolf, ambos seudónimos, ha instado a que el movimiento sea más activo en las calles, y no tanto por internet, donde los integrantes buscaban hacer propaganda del grupo.
No quería reclutar “guerreros del teclado”, dijo en una entrevista en un podcast en septiembre de 2018, sino miembros dinámicos que estaban interesados en desarrollar habilidades militares y de supervivencia.
Las autoridades saben poco sobre Spear, quien se describe como veterano de los conflictos de Afganistán e Irak. En algunas redes sociales se ha dicho que vive en Rusia.
La “Base” comparte algunos fundamentos ideológicos y probablemente algunos miembros de la División Atomwaffen, otro grupo violento de supremacía blanca y neonazi.
Mientras que los miembros de Atomwaffen han sido vinculados a unos cinco asesinatos en todo Estados Unidos, los pertenecientes a la “Base” han sido acusados sólo de planear violencia e incluir asesinatos, así como de transportar armas ilegalmente.
Los expertos argumentan que eso no los hace menos peligrosos.
Los integrantes de la “Base” han expresado admiración tanto por el ataque de 2015 contra una iglesia afroamericana en Charleston, Carolina del Sur, que dejó nueve muertos, como por un asalto armado a una sinagoga de Pittsburgh en 2018, donde hubo 11 decesos.
“El peligro es muy real, vivimos en un país donde tenemos tiroteos masivos de forma regular, a veces sin ideología. Ahora se trata de personas comprometidas, racistas enojados que podrían hacer lo mismo en cualquier momento”, dijo Colin Clarke, investigador del Centro Soufan, que estudia el terrorismo a nivel mundial. (Agencia Reforma)