VERACRUZ, MX.- El miedo más grande de la gente de Tesechoacan, perteneciente al municipio de José Azueta, lo representan los sicarios del grupo criminal Los Piñas, una célula del Cártel de Jalisco Nueva Generación, que actualmente es combatida por autoridades de Veracruz y Oaxaca, publicó sinembargo.mx.
Las miradas inquisitivas de los halcones del grupo delictivo Los Piñas asechan en cada esquina de Tesechoacan (6 mil 700 habitantes), pues circulan en sus motos al pendiente de los movimientos sobre el camino que conduce al rancho Monte Rico, el cual fue ubicado esta semana por la Fuerza Civil.
Es una fortaleza con un zoológico privado, dos gimnasios, taller mecánico, bodegas y varias casas dentro del mismo inmueble, entre las que destaca una en particular en al que presuntamente vivían las familias de los hermanos Alberto y Jacinto Rodríguez, los cabecillas del grupo criminal Los Piñas.
Fuentes extraoficiales de la policía indican que ahí se ubicaba un importante centro de operaciones, la joya de la corona, donde los delincuentes ordenaban sus operaciones para controlar los municipios de Playa Vicente, Azueta, Isla, Juan Rodríguez Clara, Otatitlán, Loma Bonita Sochiapan y parte de la cuenca del Papaloapan.
La edificación se erige a unos cinco kilómetros de Tesechoacan, a unos 250 kilómetros del puerto de Veracruz, y a la misma distancia desde Coatzacoalcos.
Dos leones hambrientos van de un lado a otro a la espera de ser alimentados en la jaula de animales exóticos más importante del rancho Monte Rico, un cercado de cemento y malla reforzada los aíslan del resto del inmueble.
Macho y hembra rugen de vez en cuando aguardando el momento de hincar los colmillos en la carne, pero no hay quien les satisfaga, sus cuidadores o las personas que se encontraban en este lugar, han escapado del asedio policial.
La fortaleza que era cuidada celosamente por sicarios y halcones en Tesechoacan, ahora luce rodeada de elementos de la Fuerza Civil.
En medio del rancho se observa una camioneta negra, con las cuatro puertas abiertas, en cuyo interior se distinguen armas de fuego y drogas; al rededor, unas motocicletas abandonadas.
Una pareja de cerdos de Vietnam contonean sus muslos por cada rincón del inmueble en busca de comida o lodo para regodearse. Los perros no dejan de ladrar a la espera de sus propietarios o tratando de ahuyentar a los policías y reporteros a quienes perciben como intrusos.
En un estanque, al fondo del inmueble, deja ver un par de ojos reptilianos. Son cocodrilos que también demandan su comida, y es sobre estos animales salvajes donde los colectivos de búsquedas de personas desaparecidas han centrado su atención de entre todo lo que resalta en Monte Rico.
Belén González Medrano, del colectivo del mismo nombre, dijo que aunque resulte “aterrador” y “doloroso” decirlo, “habría que ver cómo alimentaban esos animales, no sabemos que se pudo haber hecho con todas las personas que pudieron haber tenido ahí”.
González Medrano, quien busca a su hijo Vicente Jiménez González, desaparecido en 2015 en Coatzacoalcos, está segura que el Gobierno les dará participación al momento de catear el sitio, para supervisar las labores de dragado del estanque de cocodrilos.
“Es importante que se haga un trabajo bien detallado para buscar si hay restos en el estanque”, contó.
Si se organiza esta búsqueda, sería algo fuera de serie, equiparable a la emprendida hace ya más de dos años por las madres que buscan restos humanos en el lecho de pozos abandonados en la región central de Veracruz; ahí, Madres Luna, que representa Marcela Zurita Rosas, ha logrado el rescate de unos 11 cadáveres en municipios de Omealca y Córdoba, que antes fueron santuario de Los Zetas y ahora son del Cártel de Jalisco. (Fuente: sinembargo.mx)