MÉRIDA, MX.- La transexualidad no implica siempre el ejercicio de la prostitución, sin embargo, como consecuencia de la discriminación laboral muchas mujeres trans recurren a esta práctica, en donde sufren doblemente estigma y en Yucatán esta problemática no está ausente, a pesar de que en anonimato, empresarios, políticos, hombres casados y con “reputación” recurren a estos servicios.
-Quiero que en la nota salga mi nombre-, agrega.
¿Estás segura?- le pregunto.
-Sí, no tengo por qué esconder, ni avergonzarme de mi pasado-, finaliza Anna Karen Chi, mujer trans yucateca, que por algún tiempo se dedicó a la prostitución, porque aunque trató de conseguir algún trabajo formal, por su identidad y la falta de documentos que la avalaran, no pudo ser contratada.
Antes de ser “Aneth”, nombre que usaba en el ejercicio de la prostitución y Anna Karen en su actual realidad, ella tenía por nombre “José Alfredo”.
A sus 16 años escapó de casa porque siempre fue rechazada por sus familiares, además que constantemente era amenazada de ser encerrada en algún internado en donde corregirían su orientación sexual.
“Mi mamá tiene dos hijas, una original y otra pirata”, responde con risas al hablar un poco de su familia y luego cuenta que su madre invirtió dinero en psicólogos y psiquiatras, pues no aceptaba que su lado femenino fuese más dominante.
Con el tercer grado de secundaria a medias, tomó clases de estilismo a escondidas y tras irse de su casa, trabajó como mesera en algunos bares de Campeche y Mérida, en donde se fue relacionando con otras mujeres que se dedicaban a ser bailarinas y otras más, a la prostitución.
“Ellas me enseñaron trucos, sobre cómo guardarme el pene, cómo peinarme y maquillarme. Un día salí a la pista y comenzó a irme bien”, compartió.
En esta etapa, ella seguía siendo menor de edad, tanto que cuando militares y elementos de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) hacían operativos en el bar, a ella la tenían que esconder.
Cuando pasó el tiempo y notó que en la prostitución ganaría más dinero que sólo como bailarina, lo intentó y aunque admite que es un mundo complicado, hay de todo tipo de clientes.
Hay dos anécdotas que ella recuerda y que marcaron su vida.
“Un día me ocupa un empresario. Llegó con su carrazo, muy elegante el hombre. Me dijo que me llevaría a su oficina, pero vi que se estaba yendo a terrenos con mucho monte; cuando le pregunté a dónde me llevaba, sacó cocaína, la inhaló y me dijo: ya te llevó la chingada, ahorita te voy a matar. Y sacó una pistola”, recordó.
No obstante, tras amenazarla de muerte, el hombre le pidió que le hiciera sexo oral.
“Me obligó a chupársela y mientras lo hacía, mis manos buscaban debajo de su asiento algo con qué defenderme. Hallé una llave –de esas herramientas-. Le dije ‘ya me cansé’ y al mismo tiempo le pegué con la llave y salí corriendo. En medio del monte él me seguía persiguiendo, pero logré huir”, narró.
La segunda anécdota que tiene en mente es de un extranjero que llegó a Mérida y a ella y a otra amiga, las invitó a un viaje a Cancún. Ya en el destino, fueron obligadas a grabar una película pornográfica.
“El tipo drogándose, con pistola en mano y con cachetadas nos obligó a tener relaciones y nos grababa”, dijo.
Hoy en día Karen ya no se dedica a la prostitución, pero admite que por muchos años en Yucatán fue un segmento muy olvidado, violentado, discriminado y estigmatizado.
Además que ella y sus compañeras transexuales no podían denunciar las vejaciones de las que eran víctimas porque terminaban detenidas.
“Ibas, denunciabas y te encerraban a ti porque tú estabas violando las leyes por estar vestida de mujer. Nos humillaban, nos golpeaban y violaban. A veces los mismos policías te decían: te voy a coger o me la chupas y no te arrestamos. Lo hacíamos y aun así nos detenían 48 horas por escándalo en vía pública”, denunció.
Karen tiene claro que en Mérida hay dos zonas de prostitución, la de las mujeres heterosexuales y la de las mujeres transexuales, y cuando los hombres van a la segunda zona, saben a qué van, pero siempre bajo anonimato.
“Siempre van casados, solteros, ricos, de todo. Ellos saben a lo que le tiran. Es mentira cuando los hombres dicen ‘¡Me engañaste!’, es ilógico, saben en qué zona están. Me pasaba que me quitaban el calzón y se hacían los sorprendidos, se encabronaban, reclamaban, pero luego tomaban el servicio”, contó.
Actualmente Karen forma parte de la asociación Transgénero Yucatán A.C. “Yucatrans”, dirigida por Miranda Abigail Trillo Herrera, en donde se tienen monitoreados de manera formal a alrededor de 500 mujeres y hombres trans en Campeche, Yucatán, Quintana Roo y Chiapas.
Para Karen, ser activista actualmente es un compromiso social con la comunidad LGBTTTI (lesbianas, gais, bisexuales, travestis, transexuales, transgénero e intersexuales).
“Las chicas ahora se pueden declarar mujeres trans con facilidad. Para nosotras hace años no fue fácil. Varias hemos luchado por los derechos que se tienen ahora porque hemos alzado la voz. Antes nadie nos escuchaba, éramos invisibles y mudas”, puntualizó antes de pedir que apareciera su nombre.
Cabe señalar que las LGBTTTI siguen enfrentando odio y violencia tanto en sus casas como en los lugares públicos, esto de acuerdo con comunicados oficiales de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Otro dato es que el 60% de las víctimas trans de homicidio ejercían el trabajo sexual, según la Coalición Mexicana LGBTTIQA+.
De igual forma, tres de cada cuatro personas de esta comunidad evitaron expresar públicamente afecto a su pareja por temor a ser discriminados, de acuerdo con la Encuesta sobre Discriminación por Motivos de Orientación Sexual e Identidad de Género 2018.
Según la American Psychological Association, el 17 de mayo de 1990, la Asamblea Mundial de la Salud de la Organización Mundial de la Salud aprobó la Clasificación Estadística Internacional de Enfermedades y Problemas de Salud Relacionados (CIE 10), que ya no enumera la homosexualidad como diagnóstico.
En 2004 se lanzó el Día Internacional contra la Homofobia, la Transfobia y la Bifobia (IDAHOT por sus siglas en inglés).
Entre las formas más frecuentes de homofobia se ubican actos físicos de odio, violencia, agresión verbal, vandalismo o discriminación. (Noticaribe)