CANCÚN, MX.- Más que las palabras, el ejemplo arrastra; lo vemos ahora en Cancún, foco de los contagios por Covid-19 en Quintana Roo, con las calles llenas de automovilistas y transeúntes sin cubrebocas un día después de que el presidente Andrés Manuel López Obrador decidió, a contracorriente del semáforo rojo federal, llegar aquí para iniciar su primera gira en medio de la pandemia.
Durante más de 60 días, cientos de miles han estado confinados en sus casas. Han seguido las indicaciones de Salud federal pero, más que eso, les ha importado la vida propia y de sus seres cercanos. Desde marzo han contribuido, con su aislamiento, a no saturar las camas de los hospitales públicos ni la presión casi inhumada que deben soportar médicos, enfermeras y demás personal de salubridad.
Muchos de estos cientos de miles están decididos a seguir con las medidas para evitar los contagios porque quieren que Quintana Roo pueda estar en semáforo verde y se reactive la industria turística que es de la que viven todos en esta entidad.
Sin embargo, el Presidente los arrastra ahora con su ejemplo. Sí, dice que hay que seguir cuidándonos y manteniendo las medidas para no contagiarnos. Sus palabras son sencillas, todos entienden, pero sus actos cuentan más.
Contracorriente de muchos sectores que le han pedido no salir de gira, López Obrador determinó que visitará a partir del lunes seis estados en semáforo rojo federal, de los cuales tres están en la lista de entidades con más casos activos de Covid-19: Tabasco, Yucatán y Quintana Roo.
Fue, para muchos, como si convocara al relajamiento de las medidas cuando el virus sigue aquí, con picos diarios en contagios y muertes. Ahora vemos, en efecto, el descuido masivo en las medidas de prevención y contención que, se prevé, disparará aún más la curva y mantendrá encendido el rojo de los semáforos cuando estas entidades, particularmente Quintana Roo y Yucatán, han batallado por la señal verde para reactivar su economía con la reanudación de las actividades económicas, principalmente el turismo.
Dice López Obrador que se cuidará. Sin embargo, arriesga a comitivas, autoridades locales, periodistas, gente que, es inevitable, acudirá a su gira. Los morenistas de Quintana Roo, por ejemplo, ya están desatados para figurar ante su líder con miras al proceso electoral que arrancará en septiembre.
Así como era el PRI cuando fue partido de Estado durante 70 años, en Morena la pugna más despiadada es interna al invocar el dedo presidencial como “el gran elector”; lo demás, ciudadanos, electores de carne y hueso, o democracia, salen sobrando.
No habrá, por tanto, cubrebocas ni sana distancia en esta gira presidencial. El virus estará de fiesta.