La carrera de Mario Balotelli ha dado mucho que hablar, pues cuenta con grandes momentos y muchas decepciones. Lamentablemente para el delantero italiano, las decepciones hace tiempo que tienen más peso que los grandes momentos, hasta el punto que su indudable categoría aparece tan a cuentagotas que ya nadie habla de él.

Este es uno de los motivos que han llevado al Brescia a rescindir anticipadamente el contrato de Balotelli. El jugador, que ya tiene 29 años, se incorporó al equipo de su infancia el pasado mes de agosto con la esperanza de que tanto él como el club salieran beneficiados: las opciones del Brescia de mantenerse en la Serie A aumentarían con un Balotelli centrado y en forma, mientras que el delantero podría aprovechar las ventajas de estar cerca de casa tras una década deambulando por media Europa.

Sin embargo, tras anotar cinco goles en 19 partidos y sin haber podido completar el primero de los tres años de contrato firmados, Balotelli ha cruzado la puerta de salida tras varios episodios de indisciplina y con el Brescia sumido en lo más hondo de la tabla. Sin duda, ninguna de las partes ha salido beneficiada.

El presidente del Brescia, Massimo Cellino, ha reconocido que fichar a Balotelli fue un “error”, un sentimiento que comparte también el entrenador, Diego López, quien a principios de mes dijo estar decepcionado con la actitud del jugador tras la vuelta a los entrenamientos después del parón por coronavirus, ya que “no se encontraba al nivel de sus compañeros”.

Una carrera con un patrón repetitivo

La relación entre el club y el jugador se torció aún más cuando a Balotelli se le denegó la entrada a las instalaciones del club tras no avisar con tiempo suficiente su intención de reincorporarse a los entrenos después de unos días ausente por gastroenteritis.

Se trata del último capítulo lamentable de una carrera que prometía mucho, pero que al final no ha sabido explotar el indudable potencial que se le presumía.

En la carrera de Balotelli se adivina un patrón muy claro, en el que siempre encontramos buenos y malos momentos. Por lo general, el italiano empieza con buen pie en sus nuevos equipos: marca con regularidad y muestra una actitud comprometida. Sin embargo, la falta de actitud y de disciplina se acaba imponiendo, lo que deriva en una caída del rendimiento y en la enemistad con el entrenador.

Lo vimos primero en el Inter de Milán, donde irrumpió como un joven precoz y prometedor antes de que José Mourinho, que había sustituido a Roberto Mancini al frente del conjunto italiano, criticara la profesionalidad de Balotelli en apenas su segundo año en la primera plantilla interista.

Mancini, convencido de poder ofrecerle la motivación necesaria para sacar su mejor versión, se llevó a Balotelli al Manchester City en 2010. Al principio, la apuesta pareció salirle bien. Tras una buena primera temporada, el delantero tuvo un papel destacado en la Premier League de 2011-12, en la que anotó 13 goles y dio la asistencia que permitió a Sergio Agüero marcar el tanto que sellaría el título de liga para los citizens en el último segundo de la temporada.

Un granuja adorable

Durante su etapa en el fútbol inglés, Balotelli se convirtió en el típico granuja que se hace querer. Habitual de la prensa amarilla, generó un sinfín de titulares por su comportamiento extravagante y, a menudo, divertido. Según un periódico sensacionalista, Balotelli entregó 1000 libras a un indigente después de ganar 25 000 libras en un casino. Sin embargo, quedarse en casa y jugar a juegos de azar en línea no contribuyó a evitar que Balotelli se metiera en problemas. De hecho, la policía tuvo que acudir un día a su casa después de que el italiano provocara un incendio al intentar lanzar fuegos artificiales por la ventana del cuarto de baño.

Al final, la historia del indigente resultó ser falsa, pero la de los fuegos artificiales es totalmente verídica. No obstante, lo importante de estas historias, y de muchas otras, es que retratan a Balotelli como un personaje excéntrico, fascinante y de gustos caros.

Mientras su rendimiento en el terreno de juego fue el esperado, se le perdonaron todas sus fechorías, aunque se pasase de la raya, como cuando lanzó dardos a los juveniles del City o cada vez que organizaba una fiesta en casa en contra de las normas del club.

Como le ocurrió con Mourinho en el Inter, Balotelli acabó agotando la paciencia de Mancini y, tras un bajón de rendimiento, fue traspasado al AC Milan en enero de 2013. Su carrera se revitalizó en la Serie A, con 12 goles en sus primeros 13 partidos. En su primera temporada completa en Milán, disputó más de 30 encuentros y sumó 14 tantos más.

Cuando parecía que su carrera había despegado definitivamente, su fichaje por el Liverpool acabó con toda esperanza. Tras anotar apenas un gol en toda una temporada, Balotelli volvió cedido al Milan, pero su campaña 2015/16 fue igual de mala que la anterior. Balotelli había vuelto a salirse del buen camino.

Un cambio de rumbo

Su siguiente destino fue el Niza, en el sur de Francia. De nuevo, Balotelli brilló en su primera temporada, con 15 goles en 23 partidos en la Ligue 1. El Niza acabó el año en tercera posición, su mejor clasificación final en la historia de la liga francesa. Su segundo año fue el más productivo de su carrera, con 18 goles en liga.

Sin embargo, y como no podía ser de otra manera, Balotelli empezó a dejarse ir y, tras un desencuentro con Patrick Vieira, entrenador del Niza, fue traspasado al Marsella, donde apenas jugó seis meses antes de volver a Italia enrolado en las filas del Brescia.

A pesar de que la indisciplina y la inquietud han perjudicado la carrera de Balotelli, el jugador italiano se ha ganado la simpatía de muchos por ser una víctima continua de ataques racistas. El delantero ha sido objeto a menudo de cánticos repugnantes, a los que ha respondido airadamente en más de una ocasión.

A Balotelli, sin embargo, tal simpatía no le servirá en la recta final de su carrera. El jugador que condujo a la selección italiana a la final de la Eurocopa de la UEFA de 2012 se encuentra ahora ante un futuro incierto. Es difícil predecir qué pasará con el bueno de Balotelli. Ningún club importante, ni italiano ni de fuera, quiere jugársela por él, y su comportamiento podría ser demasiado desestabilizador para equipos más pequeños.

A punto de cumplir 30 años, el que fuera considerado uno de los talentos más prometedores de su generación está viendo cómo se le cierran todas las puertas. (Noticaribe)

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