El reciente cambio en la Dirección de Comunicación Social en el Gobierno de Quintana Roo, donde Carlos Orvañanos sustituyó a Haidé Serrano, no era cosmético.
Ese cambio fue el principio de una reestructura y reordenamiento del gobierno de Carlos Joaquín que así se prepara para cerrar sus dos últimos años de administración ante un escenario político incierto.
Cualquier cosa puede pasar y cualquier adversario puede ganar la gubernatura.
La Oficialía Mayor, desde un principio, fue foco de problemas y polémicas, indicativo que no todo se hacia de la manera más pulcra, pero Carlos Joaquín dejó pasar los señalamientos y permitió que las cosas siguieran su curso.
Hoy el escenario ha cambiado y había que terminar con el desorden antes de que esa dependencia se convierta en una fuente de conflictos de cara a la transición de gobierno en 2022.
Por eso, lo mejor, a estas alturas, era desaparecerla y revertir en lo posible lo que se haya echo mal durante el tiempo que funcionó.
Ahí quedan las denuncias de presuntas irregularidades en la compra de uniformes y otras licitaciones de gobierno, así como los despidos y contratación de personal foráneo por encima de los quintanarroenses que tanto erosionó la imagen del gobierno del cambio durante la primera parte de la administración.
Pero ya se anticipan otros cambios en el Gabinete de Carlos Joaquín.
Sobre el destino de los funcionarios que están dejando sus cargos, aún no se sabe. Si Carlos Joaquín los quiere mandar a retiro o a resguardo es otra cosa. Si los quiere de candidatos, esa ya sería una apuesta temeraria.
Lo cierto es que antes del cuarto informe de Carlos Joaquín, su gobierno tendrá otras caras y otros objetivos.
No sabemos que números trae el Gobernador, pero los que manejan otros es que la tendencia no le es del todo favorable de cara al próximo proceso electoral.
Así que lo mejor es poner orden en la casa para lo que pudiera pasar.
Cerrar flancos, curarse en salud, dirían los clásicos.