CHIAPAS, MX.- Colapsado el sistema estatal de salud pública, Chiapas vive un doble escenario: el que reflejan las cifras de las autoridades sanitarias y el que viven los chiapanecos todos los días, publicó Proceso.

En las 13 clínicas COVID ya no se reciben pacientes, las pruebas ya no pasan de 50 o 60 al día. Como la mayoría son clínicas y no hospitales, no entran en las cifras oficiales, los familiares de los pacientes tardan en encontrar medicamentos en las farmacias, recurren a la reventa y hacen largas filas para adquirir tanques de oxígeno.

En los dos panteones principales de la capital del estado ya no hay espacio para quienes se resisten a cremar a sus fallecidos. El ayuntamiento mandó a construir las primeras criptas con 52 gavetas de cuatro pisos.

Las funerarias encarecieron sus servicios por los riesgos del manejo de cadáveres fallecidos por COVID, dice el propietario de uno de esos negocios en la Sierra Madre de Chiapas; pocos empleados quieren hacer ese servicio y hay que contratarlos con un seguro de vida. El equipo de protección también se renueva en cada servicio, entre otros gastos adicionales.

En Chiapas tuvieron que pasar más de 120 días para que muchas personas empezaran a creer en la peligrosidad de los contagios, hasta que vieron fallecer a gente cercana y familiares. Para el viernes 16 la Secretaría de Salud reportaba 373 chiapanecos fallecidos por COVID-19, mientras el gobierno federal registraba 827.

En una conferencia de prensa, cuando le preguntaron al secretario de Salud estatal, José Manuel Cruz Castellanos, por la discordancia de esas cifras, contestó que a lo mejor eran chiapanecos muertos en otros estados.

Aun con la crisis que padece Chiapas, el subsecretario de Salud federal, Hugo López-Gatell, elogió la labor del gobierno local en el combate a la pandemia.

Sin estímulos fiscales ni subsidios, cientos de negocios cerraron con la consiguiente pérdida de empleos. Manuel Pardo, presidente de la Confederación Patronal de la República Mexicana en el estado, no ve cercana la recuperación económica.

Muchas comunidades rurales indígenas, como las zapatistas, implantaron sus propias medidas sanitarias, dice Marcos Arana, quien desde 1982 dirige el Centro de Capacitación en Ecología y Salud para Campesinos en Chiapas. Una de ellas es no dejar entrar a sus comunidades a los jóvenes que regresaban de otro lugar, sino después de 14 días en cuarentena.

María de Jesús Espinosa de los Santos, líder de la Sección 50 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Secretaría de Salud, opina que Chiapas enfrentó la pandemia sin un plan estratégico, o al menos a ellos nunca se los presentaron. (Fuente: Proceso)

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