Por Itzel Chan

MÉRIDA, MX.- Del norte al sur de México, las más de 20 mil personas que, en lo que va del año, han buscado refugio o transitan en condición de migrantes y otros miles que no se contabilizan, se convierten en una población vulnerable ante secuestros, trata de blancas, extorsión y ahora se suman los efectos de la pandemia por coronavirus (Covid-19).

“Si yo me quedaba en mi país me mataban. En Honduras yo sufrí mucha discriminación porque soy de la comunidad LGBT. Por eso yo llegué a México sin conocer a nadie y aunque mi meta es llegar a Monterrey; estoy en Tabasco detenido por la pandemia”, describió una de las 60 personas que pudieron quedarse en “La 72 Hogar y Refugio para Migrantes”, ubicado en Tenosique, Tabasco.

Este espacio, al igual que el resto de los 49 refugios en territorio mexicano, tuvieron que cerrar sus puertas para evitar contagios de Covid-19, por lo que los migrantes que ahora arriban a México no tienen en dónde descansar.

De enero a junio, en México se han refugiado 20 mil 496 personas, de las cuales ocho mil 53 son mujeres; tres mil 955 son niñas, niños y adolescentes acompañados y 204 no acompañados, y el resto de las estadísticas son hombres.

Al respecto, María Fernanda Rivero Benfield, coordinadora de Comunicación Social de Sin Fronteras IAP, mencionó que la mayoría de las personas migrantes que están en el país son provenientes de Honduras, Haití, Cuba, El Salvador, Guatemala, Nicaragua y Cuba.

Sin Fronteras, es una asociación que contribuye a la protección y defensa de los derechos humanos de las personas migrantes y Rivero Benfield explicó que hay diversos tipos de migrantes: dentro de ellos los que solicitan asilo y los que solicitan protección internacional.

“Hay migrantes que llegan a México para solicitar asilo en Estados Unidos, pero en este momento, por la situación de pandemia no sabemos en dónde están estas personas”, señaló.

Asimismo, sobre el tratado “Quédate en México”, firmado por México y Estados Unidos, especificó que como agrupación reprueban esta estrategia, ya que a pesar de que el Gobierno Federal les permite quedarse en el territorio, hay quienes se quedan hasta un año o más en lo que el país extranjero les resuelve el proceso de asilo, pero es un periodo en el que ni siquiera se les reconocen sus derechos ni se les apoya en ni una circunstancia.

“Es un número alarmante de al menos 60 mil personas las que llegan a pedir asilo de un año a otro a Estados Unidos y de estos, por ejemplo, se resuelven cerca de 200, lo cual es preocupante porque qué pasa con el resto de las demás personas”, indicó.

Además, con situación de pandemia, Estados Unidos ha decidido suspender la solicitud de citas para pedir asilo, por lo que Sin Fronteras, califica que este tipo de personas se encuentra en un limbo.

“Las personas migrantes que se quedan en espera trabajan en México en el sector de comercio informal, pero ahora con la pandemia, esto se ha complejizado porque ahora ni siquiera pueden hacerlo y tampoco pueden pedir espacio en albergues y refugios porque estos desde marzo también tuvieron que cerrar”, explicó.

En todo el país hay 58 cárceles migratorias, a través de las cuales ya han sido deportadas 38 mil 444 personas, de acuerdo con el Centro de Estudios Migratorios.

A pesar de que los números de grupos de migrantes que llegan a México han ido en disminución, Rivero Benfield prevé que próximamente aumenten de nueva cuenta como consecuencia de la situación económica de los países.

Migrantes, población de alta vulnerabilidad

La preocupación de Sin Fronteras es que la vulnerabilidad de esta población aumentará, pues además de la escasez económica corren el riesgo de ser víctimas de secuestros extorsiones y las niñas y niños, podrían ser usados para tratado de blancas.

“Los suelen secuestrar, los prostituyen o hablan a las familias para pedir rescate y es un gran problema porque las familias no saben en qué parte de México están y si no logran reunir el dinero, los matan”, señaló.

A pesar de que hay cientos de casos que ni siquiera son dados a conocer, la Unidad de Política Migratoria, Registro e Identidad de Personas, ha contabilizado solamente en el periodo de 2016 a 2019 a 564 migrantes que manifestaron ser víctimas de algún delito en territorio mexicano.

La situación de vulnerabilidad fue confirmada por Alberto Xicoténcatl Carrasco, director de la Casa del Migrante de Saltillo, sitio en el que cada año se reciben entre seis mil y nueve mil personas, quienes en algún momento han experimentado agresiones incluso también por elementos de la Guardia Nacional.

“Hubo una crisis muy fuerte con la Guardia Nacional, porque entraban a los albergues y amenazaban con hacer redadas; también desde 2009 a la fecha han sufrido las consecuencias de la delincuencia organizada y se suman también las inclemencias del tiempo porque hay veranos que llegan a 50 grados e inviernos a 7 grados centígrados o cuando crece el nivel del Río Bravo, muchos mueren ahogados”, detalló.

Es preciso mencionar que aunque las puertas de Casa del Migrante de Saltillo se han cerrado por la situación de pandemia, Alberto mencionó que han contabilizado aproximadamente a más de 2 mil 300 personas que han pasado cerca y se les ha brindado alimentación, asistencia médica, higiene y ropa.

En caso del sur del país, la 72 Hogar y Refugio para Migrantes es un espacio que lleva laborando más de 10 años dando asistencia humanitaria, apoyo a grupos vulnerables, alimentación, atención médica y hospedaje.

Dentro de los grupos vulnerables, Jesús Fernando Santiago Canché, coordinador de Asistencia Humanitaria, precisó que desde hace aproximadamente siete años, se ampliaron atenciones a personas de la comunidad Lesbianas, Gais, Bisexuales y Transgénero (LGBT), pues países como Honduras por ejemplo, presentan alto índice de violencia en contra de este sector.

Una de las personas atendidas es precisamente Ricardo “N”, quien afirmó que una de las razones por las que decidió salir de su país es por la incidencia de discriminación y amenazas por ser una persona homosexual.

“Yo estaba siendo amenazado, fue por eso que el 18 de diciembre de 2019 decidí salir una madrugada de Honduras; he caminado muchísimo (…) el 28 de ese mes ya estaba en Guatemala y el 29 ya había entrado a México”, recordó.

Aunque fue detenido por el Instituto Nacional de Migración (INM) y en una cárcel migratoria estuvo 42 días, él ha decidido que no quiere regresar a su país, desea permanecer en México.

“En el Instituto de Migración el trato es muy malo, nos alimentaban bien, pero nos reclamaban mucho por qué estábamos en este país y no tenían tratos humanos con nosotros”, contó.

Aunque debido a la pandemia, no puede continuar su curso, se siente agradecido por el apoyo que ha recibido de la 72, en donde también les han dado seguimiento a personas que han sido secuestradas por el crimen organizado. (Noticaribe)

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