Al regresar los remanentes del huracán Eta a las aguas del Caribe, los gobiernos en Centroamérica trabajaban para contar a los desplazados y a los muertos, y recuperar los cuerpos de los fallecidos en deslaves e inundaciones que cobraron docenas de vidas desde Guatemala hasta Panamá.
Se requerirán días para que se pueda conocer verdaderamente la magnitud de los daños que dejó Eta. Sus lluvias torrenciales golpearon economías ya de por sí estranguladas por la pandemia de COVID-19, dejaron sin nada a los que tenían poco y pusieron al descubierto las deficiencias de gobiernos incapaces de ayudar a sus ciudadanos y que tuvieron que solicitar asistencia internacional.
Poco después de que el presidente hondureño Juan Orlando Hernández le pidiera ayuda a la vecina Guatemala el jueves para rescatar a residentes varados cerca de la frontera que comparten, el presidente guatemalteco Alejandro Giammattei dijo que al menos 50 personas habían muerto en deslaves en su propio país, la mayoría de ellas en San Cristóbal Verapaz, un poblado remoto de difícil acceso. Posteriormente, la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres dijo solamente que al menos 50 personas estaban desaparecidas en esa localidad.
El Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos pronosticó que Eta aún podría arrojar entre 380 y 635 milímetros (entre 15 y 25 pulgadas) de lluvia en algunas partes de Nicaragua y Honduras, y hasta 1 litro (40 pulgadas) en ciertas zonas aisladas.
Las lluvias que se extendieron una semana echaron a perder cultivos, derribaron puentes e inundaron viviendas en toda Centroamérica. La llegada del huracán Eta el martes por la tarde al noreste de Nicaragua siguió a días de lluvias mientras avanzaba lentamente hacia la costa. Su desplazamiento lento y sinuoso con rumbo norte a través de Honduras desbordó ríos, que a su vez inundaron vecindarios en los que las familias tuvieron que subirse a los techos a aguardar a que las rescataran.
Marta Julia Portillo, de 62 años, huyó de su barrio en San Pedro Sula el jueves antes del amanecer junto con parientes. Hicieron una pausa en una gasolinera en terreno seco hasta que les dijeron que siguieran su camino.
“No sabemos para dónde irnos porque no tenemos adónde refugiarnos”, señaló. Su hijo, que se quedó en la casa de la familia, le dijo que el agua ya había llegado al tercer piso.
“Yo diría que la capacidad nacional se ve superada ante el tamaño de lo que estamos viendo del impacto”, dijo Maite Matheu, directora en Honduras de la organización internacional de ayuda humanitaria CARE. El grupo estaba utilizando su red de contactos en el país para identificar las áreas más golpeadas y catalogar sus necesidades más urgentes.
El canciller hondureño Lisandro Rosales dijo en Twitter que los “destrozos que nos deja #Eta son enormes, y las finanzas públicas se encuentran en un momento crítico debido al Covid-19, hicimos un llamamiento a la comunidad internacional para acelerar el proceso de recuperación y reconstrucción”.
Los observadores ya anticipan que el caos generado por Eta presionará a más gente a emigrar de países que ya son una de las principales fuentes de migrantes a Estados Unidos en los últimos años.
“Ahorita con esta situación, esto va a ser un éxodo. Éxodo masivo de migrantes hacia el norte”, dijo Matheu.
El jueves por la noche, la depresión tropical Eta tenía vientos máximos sostenidos de 55 km/h (35 mph) y se desplazaba hacia el norte a 13 km/h (8 mph). Se pronostica que se fortalecerá a tormenta tropical antes de acercarse a las Islas Caimán el sábado y cruzar Cuba el domingo. De allí podría llegar a Florida o cuando menos acercarse lo suficiente para generar lluvias intensas.
“Lo que sea que salga (de Centroamérica) va a permanecer un rato”, dijo Phil Klotzbach, investigador de huracanes de la Universidad Estatal de Colorado. “No estoy convencido de que ya hayamos terminado con Eta”.
Eso es porque lo que queda del meteoro aún gira, lo cual es difícil que desaparezca, y eso debería ayudarle a recuperar fuerza, dijo Jim Kossin, climatólogo y científico de huracanes en la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA, por sus siglas en inglés).
Una vez que se fortalezca de nuevo y se dirija hacia Cuba, podría deambular en el área un rato.
“Los vientos no van a ser el problema. Las lluvias van a ser el problema”, advirtió Klotzbach.
Eta se tornará tan grande, con tanta agua y tan caótico que no tiene que tocar tierra en el sur de Florida, ya de por sí muy húmedo por la lluvia, para provocar un lío, agregó.
“Las tormentas tropicales lentas, enormes y feas ciertamente pueden incluir un azote de precipitaciones incluso si no tocan tierra”, dijo Klotzbach. (AP)