Por Rafael Briceño
CHETUMAL, MX.- El obispo de la diócesis Cancún-Chetumal, Pedro Pablo Elizondo Cárdenas hizo un llamado a los feligreses a rechazar el aborto y no permitir “que se degrade la moralidad de nuestros pueblos. No aceptemos que se introduzcan legalmente prácticas contrarias a la ley natural y divina”.
A través de un comunidad exhortó a trabajar por lograr una cultura de la Vida y de respeto de la dignidad de la persona “sigamos defendiendo a los más inocentes”.
En el escrito, dirigido a los católicos de Quintana Roo, Elizondo Cárdenas hizo varias reflexiones ante la propuesta de reformar la Constitución, los códigos penal y civil del Estado para despenalizar el aborto.
Dijo que la vida de todo ser humano es sagrada, es un don de Dios y por tanto solo a él le corresponde la decisión de darla o tomarla; “la vida humana debe ser respetada y protegida de manera absoluta desde el momento de la concepción y reconocidos sus derechos de persona entre los cuales está el derecho inviolable de todo ser inocente a la vida.
La Iglesia sanciona con pena canónica de excomunión este delito contra la vida humana. Con esta sanción la Iglesia no pretende restringir el ámbito de la misericordia; lo que hace es manifestar la gravedad del crimen cometido, el daño irreparable causado al inocente a quien se le da muerte, a sus padres y a toda la sociedad, señala el documento.
Afirmó que el derecho a la vida es un derecho natural desde el momento de la concepción.
Se habla mucho del aborto, pero no se quiere afrontar el problema del mal uso de la sexualidad, de la promiscuidad y del hedonismo que arrastra a tantos jóvenes a una vida de libertinaje y de inmoralidad, de la que después no quieren hacerse responsables, afirmó.
Abortar es un acto terrible, doloroso y traumático. Las mujeres que abortan cargan toda su vida con el enorme peso de la decisión que tomaron, que frecuentemente las lleva a la tristeza y a la depresión. Una situación que solo la misericordia de Dios les puede devolver la paz y la confianza. Y muchas veces, aunque Dios las perdone, ellas no son capaces de perdonarse a sí mismas, continúa el documento.
El obispo de la diócesis Cancún-Chetumal reiteró que la vida empieza desde el mismo momento de la concepción. Con 18 días a partir de la fecundación, ya se puede detectar la actividad cardiaca y a los 28 días, se puede escuchar el latido del corazón por ultrasonido y poco tiempo después se puede registrar actividad cerebral en él. Lo fecundado es un nuevo ser vivo, es una persona totalmente distinta del cuerpo de la madre y del padre, capaz de autorregularse, crecer, eliminar sus propias células muertas y tener su propio tipo de sangre. Dijo que el aborto nunca podrá ser una opción. (Noticaribe)
Carta por la vida de Monseñor Pedro Pablo Elizondo