Por Itzel Chan

MÉRIDA, MX.- A menos de 45 minutos de Mérida, se encuentra Misnébalam, considerado un pueblo fantasma que poco a poco se convierte en un atractivo turístico de la capital yucateca, debido a la historia que guarda en los edificios abandonados y en el terreno que, según leyendas, alberga restos humanos como evidencia de sucesos históricos en la época henequenera.

El pueblo está ubicado en el kilómetro 17 de la carretera Mérida-Progreso y para llegar hay que atravesar caminos de terracería, además de cruzar tramos carreteros que son invadidos por maleza.

De acuerdo con Yuyo Mena, guía de un recorrido que es posible hacerlo en cuatrimotos, esta zona es un atractivo turístico local, pues cada vez son más personas las que se interesan en conocer este místico lugar.

“Con nosotros, en nuestro recorrido, varía mucho el número de visitas, en un mes bajo, llegan unas 6 a 12 personas y en un mes muy bueno hasta 150 personas”, expuso.

Los meses en los que más personas llegan a este pueblo son julio y agosto, además que para los días de luna llena también hay grupos que se organizan para hacer recorridos.

Yuyo Mena realiza los recorridos guiados a través de senderos que dirigen al pueblo, pues hay días que incluso las mismas personas han considerado más importantes para realizar las visitas son el 31 de octubre y 1 y 2 de noviembre, precisamente por las celebraciones del Día de Muertos.

Al paso, para llegar a la zona del pueblo que se ha convertido también en característico por todo el misterio que reúne, es posible ver casas grandes y pequeñas, cubiertas de hierba que sin duda guardan historia.

Misnébalam reúne diversas leyendas que rozan en lo paranormal, pero este ambiente se ha generado por la forma en la que se convirtió en un pueblo fantasma.

“Hubo muchas muertes en la hacienda a manos de los dueños; por ejemplo, se dice que si los empleados se cortaban un dedo o una mano mientras trabajaban, era más barato matarlos que curarlos”, explicó.

Yuyo compartió que hace más de 100 años, esta ruta formaba parte de la gran industria del ‘oro verde’, es decir, en la hacienda había una gran cantidad de trabajadores que se encargaban de producir henequén, material natural obtenido de los agaves para fabricar sogas y cordeles que con el paso del tiempo fueron sustituidos por el hilo sintético.

Esta situación provocó que la producción en las haciendas de la zona fuera decayendo y por ende, ya no había motivos para quedarse y luego se quedó en abandono.

“Las personas eran sacrificadas en esta zona; los cuerpos de las personas los ponían alrededor de la hacienda y los tapaban con piedras y madera, es por eso que si escarbamos alrededor, es posible encontrar restos”, indicó.

La hacienda está compuesta por construcciones con distintas divisiones en las que restos dan indicio de que pudieron ser dormitorios, cocinas, baños y otros espacios comunes en hogares.

De igual forma, es posible hallar una gran piscina y alrededor mesas de concreto que dejan evidencia de que fue un espacio de recreación.

Actualmente, en las paredes de la hacienda hay graffitis y también rastros de otros signos que permiten saber que la zona también es usada para rituales, sucesos que confirmó Yuyo Mena. (Noticaribe)

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