Los resultados de la elección del domingo 6 de junio marcaron un avance de Morena en todo Quintana Roo y un declive anticipado del ‘gobierno del cambio’ que inició en 2016 con el triunfo histórico y arrollador de Carlos Joaquín González contra las fuerzas más retrogradas que habían gobernado el estado representadas en ese entonces por el borgismo.

Pero del ‘cambio’ ya no queda casi nada y estas elecciones lo confirmaron con el triunfo de Morena en 8 de las 11 alcaldías y las 4 diputaciones federales en disputa, lo que no se opaca ni con la derrota morenista en el municipio Solidaridad, la única mosca en el arroz debido al pésimo gobierno de Laura Beristain.

La alianza PAN-PRD-PRI-Confianza sólo pudo ganar en Solidaridad, Isla Mujeres y Bacalar, pero en Solidaridad, sin quitarle méritos a Lili Campos, fue debido a que Morena jugó para perder al postular de nueva cuenta a Laura Beristain, impresentable alcaldesa acusada de corrupción y frivolidad y malquerida hasta por los propios morenistas.

De haber postulado a otra candidata o candidato, Morena tenía grandes posibilidades de ratificar otro triunfo en Solidaridad porque la influencia del Presidente Obrador aún es significativa y se aplica la metáfora de la vaca (si Andrés pone a una vaca, gana la vaca), pero pareciera que Morena quería perder.

En el caso de Isla Mujeres, el triunfo de Atenea Gómez Ricalde se debe más a la influencia que aún mantienen los Ricalde en la isla y a que Morena se volvió a equivocar con la postulación de un priista de toda la vida y mala reputación que al cuarto para las doce decidió cambiar de barco como es el caso de Fernando Bacelis Godoy.

Bacalar fue ganado por José ‘Chepe’ Contreras que es un priista que ya había gobernador ese municipio y que fue cobijado por la alianza oficialista, pero no es un triunfo que Carlos Joaquín pueda atribuirse.

Pero además, el joaquinismo sufrió dos derrotas aún más dolorosas porque llevan su propio apellido.

Inesperadamente, la alianza PAN-PRD-PRI fue derrotada en Cozumel, terruño de la influyente familia Joaquín que ha dado a Quintana Roo dos gobernadores, ya que Pedro Joaquín Delbouis, sobrino de Carlos e hijo de Pedro Joaquín Coldwell, ya no pudo reelegirse.

La otra derrota fue la de Carmen Joaquín, candidata de la alianza oficialista por el Distrito 4, y quien representaba un nuevo cuadro de esta familia para continuar su influencia en Cozumel y Quintana Roo.

Es decir, Carlos Joaquín no tiene nada que presumir y al llamado joaquinismo sólo le queda atrincherarse en Solidaridad para, de momento, lamerse las heridas de la dura batalla electoral del 2021.

Así las cosas, antes de que inicie su último año de gobierno, Carlos Joaquín llegará debilitado a su Quinto Informe y ya sin margen de maniobra para incidir en la elección del 2022 donde Quintana Roo escogerá a su sustituto.

Inevitablemente, tras el Quinto Informe del Gobernador, empezará el juego de poder entre los aspirantes a sucederlo que se ubican dentro de su propio grupo político, pero es un hecho que el ocaso del joaquinismo ya empezó desde la noche del domingo 6 de junio y se ve difícil que esta vez deje herencia.

También se ve difícil que Carlos Joaquín, en el poco tiempo que le queda, pueda asimilar el golpe y remontar la pendiente cuando ni siquiera se ha preocupado por preparar cuadros competitivos para enfrentar la ola morenista que, al menos en Quintana Roo, continúa imbatible.

¿El triunfo morenista era inevitable?

Reconociendo idiosincrasias diferentes, en Yucatán, al menos, el gobierno panista de Mauricio Vila volvió a demostrar por segunda ocasión que se puede no sólo enfrentar, sino derrotar y vapulear al morenismo que no ha podido echar raíces en las tierras del Mayab.

Carlos Joaquín, gobernador panista, tendrá mucho que reflexionar en las próximas semanas para apuntar hacia un nuevo rumbo o dejar el paso libre a una nueva generación de políticos que le encuentren la cuadratura al círculo.

Pero el escenario, se ve difícil. Quintana Roo hoy ha escogido otro camino.

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