CANCÚN, MX.- Una periodista independiente fue víctima de una aparente privación de libertad, ocurrida durante un cateo a las oficinas de Florian Tudor, ubicados en la calle Robalo, en el primer cuadro de la ciudad, por parte de agentes federales quienes la mantuvieron incomunicada en una silla por más de ocho horas, sin ofrecerle siquiera agua.

Karina Velazco Aguilera, quien ha investigado desde marzo el caso contra este empresario rumano, actualmente internado en el penal del Altiplano por una orden de extradición, señala que dos días después de su detención, ella fue citada a estas oficinas por el abogado de Tudor, para efectuar una entrevista de lo ocurrido.

La periodista Karina Velazco Aguilera ha investigado desde marzo el caso contra Florian Tudor.

No había pasado mucho tiempo desde su llegada, cuando de pronto surgieron muchos ruidos de la calle, seguido por el grito de un hombre, que señalaba que “¡esto es un cateo!”.

Ella trató de contactar a la prensa, pero descubrió que no había internet y, más extraño, no tenía señal o datos. Hasta la fecha, su línea telefónica quedó inutilizada, pues según su proveedor, hubo una “falla en un componente de la línea”.

A la habitación en la que estaba, llegó una persona encapuchada con uniforme de la Agencia de Investigaciones Criminales (AIC) de la Fiscalía General de la República, quien preguntó si estaba sola, al responder en afirmativo, el sujeto continuó subiendo las escaleras (ella estaba en el tercer piso). Ella bajó a duras penas, pues está fracturada de un pie y descubrió que el router había sido desconectado, por lo que fue a enchufarlo, pero fue interpelada por otro agente, sin capucha, que comenzó a interrogarla sobre su presencia en el lugar.

Esta persona, que después supo era un comandante de la Fiscalía General de la República, le ordenó sentarse en una silla, colocándole a un agente con arma larga para cuidarla. Allí pasó ocho horas, sin que este uniformado le permitiera ponerse de pie, o brindarle agua o alimentos, todo mientras continuaba el cateo de esta propiedad.

Ya se hacía de noche cuando un agente se le acercó con su teléfono, ya revisándole el WhatsApp, para preguntarle su nombre y si era su equipo. Ella lo confirmó, pero al comenzar él a preguntarle por su familia, prefirió no contestar más, por lo que fue dejada de nuevo con el otro agente, privada de su libertad.

“De repente escuché a alguien preguntar que si había llegado una ambulancia, pues resultó que había otra persona en la casa, de la tercera edad, al parecer pariente de Tudor porque no hablaba español. Él fue traído por las escaleras, tosiendo, pues había estado vomitando y se sentía mal.

Pese a su estado de salud, los agentes se negaron a trasladarlo, al alegar que los hospitales “estaban llenos” por el COVID-19 y no lo recibirían. Así, terminó ella cuidándolo y tratando de calmarlo.

Finalmente, el agente que la tenía confinada a la silla se retiró, por lo que ella bajó a la cocina a hacerse algo de comer, descubriendo por una ventana que habían muchos vehículos afuera.

Pese a que el comandante les había dicho a los agentes al inicio del cateo que debían terminar a las 12 del día, ya eran las 9 de la noche y continuaban adentro de la propiedad.

Para esa hora, llegó al lugar una actuaria, con un amparo tramitado para las personas retenidas en el lugar, que además de la periodista, incluían a un guardia, este adulto mayor y el abogado. Todos firmaron para ratificar el documento, faltando únicamente el abogado, a quien descubrieron que estaba en la planta baja, rodeado de policías y esposado.

El abogado le dijo a la actuaria que quería hacer una denuncia, comenzando a dar su testimonio. La actuaria le preguntó al comandante quién había autorizado esta segunda búsqueda, a lo que el agente contestó que no tenía por qué responderle. Al aseverar ella que, por el contrario, él estaba obligado a hacerlo, este agente guardó silencio.

Al comenzar la periodista a brindar su testimonio, el agente fingió sorprenderse de su presencia en el lugar y le indicó que era libre de irse cuando quisiera. Karina le pidió sus documentos de regreso, pues se los habían quitado, pero el agente se negó a hacerlo.

Un segundo actuario arribó, con documentos que señalaban que la detención del abogado era ilegal. Al ver esto, los agentes le impidieron el acceso y prometieron entregar los documentos, algo que no ocurrió.

Al descubrirse esta treta, los agentes abruptamente optaron por irse, llevándose varios objetos incautados y deteniendo al abogado, pese a la orden judicial tramitada. Ya eran las 2:30 de la madrugada.

Karina Velazco dijo que tuvo que conseguir otro chip telefónico, para finalmente poder comunicarse. Tanto la actuaria, como posteriormente una asociación en defensa de periodistas le confirmaron que ella sufrió privación ilegal de libertad, toda vez que no le aclararon si estaba detenida, no fue llevada bajo custodia, sino que la tenían inmovilizada e incomunicada, sin acceso a alimentos, lo que se equipara a tortura.

Por ello, anunció que interpondrá una queja ante la Comisión Nacional de Derechos Humanos y ante la Fiscalía General de la República. Ya fue contactada por el Mecanismo de Protección para Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas, perteneciente a la Secretaría de Gobernación (Segob).

En cuanto a su investigación, afirmó tener documentos que muestran que el expediente contra Florian Tudor fue armado con base en testigos protegidos, entregados a la justicia federal por el ex secretario de Seguridad Pública, Alberto Capella Ibarra, a cambio de reducción de sentencias.

También indicó que luego de que ella publicara en redes sociales lo que padeció ese día, comenzó a recibir presiones del canal en el que trabajaba, para que renunciara.

Al no prestarse a escribir notas con datos sin sustento, afirmó, fue dada de baja del canal DespiertaTV, propiedad del hermano de Tirso Esquivel Ávila, candidato de Fuerza por México a la presidencia municipal de Puerto Morelos. (Agencia SIM)

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