CIUDAD DE MÉXICO, MX.- Postrado en una silla de ruedas, con un brazo inmovilizado por una caída, con un ojo inservible y con el peso de sus 75 años encima tras 32 años de prisión, Miguel Ángel Félix Gallardo, otrora uno de los narcotraficantes más temidos del país, no espera nada más que la muerte, publicó Proceso.
“Mi salud es pésima, mi familia está haciendo un hoyo para yo ser enterrado en un árbol”, dice a la reportera de la cadena Telemundo, Issa Osorio, en una larga entrevista, la única que ha concedido desde hace años.
Félix Gallardo es ya el único personaje del desaparecido Cártel de Guadalajara, que permanece en prisión. Sus socios, Ernesto Fonseca Carrillo y Rafael Caro Quintero, ya salieron. El primero por razones de edad y de salud y, el segundo, por una cuestión legal que trató de enmendarse más tarde, pero Caro se escabulló. Es ahora prófugo de la justicia.
En cambio, el hombre que aparenta más edad de la que tiene sigue prisionero en la zona de máxima seguridad del penal estatal de Puente Grande, Jalisco. Las rejas han sido sus compañeras en los últimos 32 años.
Él tiene claro su futuro y no lo oculta:
“No tengo pronóstico de vida ninguno, puesto que perdí todo. Perdí la sensibilidad, los oídos, los ojos. Soy un cadáver el cual no espera más que ser enterrado en la raíz de un árbol”.
Detenido en 1989 como parte de la investigación por el asesinato de Enrique ‘Kiki’ Camarena Salazar, un agente de la Administración para el Control de Drogas de Estados Unidos (DEA, por sus siglas en inglés), Félix Gallardo fue acusado de acopio de armas, cohecho, delitos contra la salud y homicidio. También fue sentenciado por delitos como tráfico de drogas y lavado de dinero.
Protagonizó el que, según muchos expertos, fue el juicio más largo de la historia de México que duró más de 28 años hasta que, finalmente, en 2017 fue condenado a 37 años de prisión por los asesinatos de Camarena y el piloto mexicano Alfredo Zavala Avelar.
Reconocido como una mente maestra del tráfico de sustancias, según la agencia antidrogas de Estados Unidos y múltiples investigadores, Félix Gallardo fundó junto con Ernesto Fonseca Carrillo y Rafael Caro Quintero una organización que la DEA llamaría el Cártel de Guadalajara, porque los capos vivían en esa ciudad, pero todos eran de Sinaloa. El término ‘cártel’ fue acuñado para describir a esta banda delictiva.
Los tres hombres fueron condenados por su participación en el secuestro, tortura y asesinato de Camarena Salazar, quien logró infiltrarse en la organización para obtener información sobre el tráfico de drogas, pero, al ser descubierto, fue asesinado.
Sin embargo, Félix Gallardo es el único que permanece encarcelado en un centro penitenciario porque Fonseca Carrillo, condenado a 40 años de cárcel, cumple prisión domiciliaria por su estado de salud y Caro Quintero fue puesto en libertad en 2013 por un tribunal que consideró que había sido sentenciado por una instancia que no le correspondía.
Esa decisión fue revertida por la Suprema Corte de Justicia de la Nación y, desde entonces, Caro Quintero es buscado activamente por los gobiernos de México y Estados Unidos.
Un imperio criminal
as actividades del Cártel de Guadalajara redefinieron el escenario del narcotráfico y el crimen organizado en México porque la gran mayoría de los colaboradores y lugartenientes de ese trío de capos continuaron expandiendo el negocio de las drogas.
Félix Gallardo tuvo bajo su mando a notorios jefes criminales como Héctor Luis ‘El Güero’ Palma Salazar, los hermanos Arellano Félix, Amado Carrillo Fuentes ‘El Señor de los Cielos’ y Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán Loera, entre otros.
Para 1989, ‘El padrino’ (como también era conocido Félix Gallardo) había forjado un imperio criminal con múltiples ramificaciones en estados como Sinaloa, Durango, Jalisco, Guerrero, Chihuahua, Baja California y Nayarit donde controlaba el tráfico de amapola y marihuana, además de iniciar las conexiones con los cárteles colombianos para traficar cocaína a Estados Unidos.
Se cree que fue el primer traficante mexicano que logró establecer rutas aéreas entre Sudamérica, Centroamérica y el norte de México donde la droga pasaba hacia Estados Unidos por vía terrestre.
Su figura forma parte de la cultura popular mexicana: el actor Diego Luna lo interpretó en la serie Narcos: México y, aunque nunca se ha confirmado, se dice que ‘Jefe de jefes’, el célebre corrido de Los Tigres del Norte trata sobre su vida.
Según estimaciones de la DEA, tenía una fortuna personal de más de 50 millones de dólares por el tráfico de cocaína en el momento en que fue detenido. (Fuente: Proceso)