Por Edgar Rodríguez Cimé

Hace un año, cuando la pandemia agravó la crisis climática, escribí: “el mundo socialmente cambió” porque si el aumento del calor por la quema de combustibles fósiles  complicó la vida en la Madre Tierra y esto no importa a las empresas multinacionales, la intromisión del hombre en ecosistemas desconocidos, con virus mortales, únicamente propició el encierro de la gran mayoría de trabajadores pero no evitó que la élite mundial siga contaminando, y enriqueciéndose, con la sexta extinción masiva de especies. 

Surrealista: el mundo en pleno Apocalipsis, inundaciones, incendios forestales y terremotos -dramáticamente presenciado desde los satélites gravitando el planeta azul- y los medios masivos de comunicación, convencionales y digitales, anunciando viajes espaciales de multimillonarios, mientras la gente ora para que concluya esta pandemia y pueda salir y “regresar a la normalidad”. 

Ante la crisis de la civilización -basada en el patriarcado y la esclavitud- las fuerzas progresistas accionan: movimiento global Extinction Rebellion, las protestas mundiales de Friday of Future, lo mejor de la ciencia, la iglesia católica surgida de la Encíclica de Juan XXIII, liberadora para pueblos y mujeres del Tercer Mundo, y ahora pueblos originarios, liderados por la Coordinadora de Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (COICA), obtienen voz, voto y aprobación de su radical propuesta: ¡Salvar 80 por ciento de la selva de la Amazonia!, “pulmón” de la Madre Tierra. 

Este acuerdo mundial fue obtenido en el reciente Congreso Mundial de la Naturaleza, organizado por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, en Marsella, Francia, del 3 al 11 de septiembre de 2021, con el fin de “definir prioridades para proteger la biodiversidad, así como impulsar acciones de conservación y desarrollo sostenible”. Reunió a 1,400 organizaciones del mundo y cuenta con apoyo de grandes empresas europeas. 

David Kaimowitz, del Fondo para Bosques y Granjas de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), es claro: “La evidencia muestra que los pueblos indígenas son los mejores en la protección de la selva amazónica, pero sus territorios están más amenazados por actividades legales e ilegales. Necesitan apoyo de la comunidad internacional y gobiernos nacionales para reconocer sus territorios, respetar sus derechos, y fortalecer su manejo forestal, su conocimiento tradicional y su identidad cultural, para alcanzar los objetivos climáticos y de biodiversidad”. Según la FAO, muchos territorios indígenas evitan la deforestación mejor que “áreas protegidas sin población autóctona”.

Para la defensa de los derechos de la Madre Tierra, intelectuales y naciones originarias tejieron una red solidaria de apoyo: antes del encuentro en Marsella, se celebró un congreso alternativo para “descolonizar las políticas de conservación de la naturaleza, incluyendo a sus principales protectores: los pueblos indígenas”. Además, se realizó una protesta frente a una tienda de una cadena de supermercados por la irresponsabilidad de las empresas francesas en la deforestación y acaparamiento de tierras en Brasil y Colombia, para ganadería o monocultivos.

En esta encrucijada, todos ponen de su parte menos los causantes de la crisis ecológica por sus trillones de toneladas de gases mortíferos para la Madre Tierra y la Humanidad, emanados de sus empresas contaminantes: los grandes multimillonarios judíos, europeos y norteamericanos, que deforestan tierras en África, Asia o Latinoamérica.    

Las naciones indígenas están haciendo su parte: luchando por el control legal de sus territorios para frenar la deforestación del principal “pulmón del mundo”: la Amazonia; Extinction Rebellion, la vanguardia de la sobrevivencia, está retomando sus protestas de desobediencia civil en varias partes del orbe- 

Ante este trágico escenario digno del griego Sófocles, para apoyar masivamente, el movimiento Friday for Future: Viernes por el Futuro, impulsado por la joven sueca Greta Thumberg, está convocando para el 24 de septiembre a una Movilización Internacional por el Clima en los siete continentes, con el fin de obligar a los gobiernos de los países más ricos, y más contaminadores, a reducir sus “mortales” cantidades de CO2.

Por nuestros hijos, nietos y la Madre Tierra: ¡¡¡Movilicémonos el 24 de septiembre!!!

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